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jueves, marzo 28, 2024

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Día de la Madre: buscando su tercer hijo tuvo trillizos, casi se muere y le faltaba un desafío gigante

La historia de Sofía Garay (41) y su marido es la de muchas parejas. Tenían dos hijas, y buscaron el tercero. Pero el tercero fueron tres y nacieron el 3 de marzo de 2020, el mismo día que se confirmó el primer caso de Covid en el país. Sofía y Carlos tuvieron que arrancar con una familia múltiple solos en plena pandemia. Y no fueron las únicas sorpresas que la vida tenía para ellos.

En este Día de la Madre, Sofía cuenta los últimos tres años de su vida a Clarín. Ya los viene contando en su cuenta de Instagram, @dra.sofiagaray, donde concientiza sobre cuidados de la salud y donde, se define ella misma, es una «motivadora».

Médica endocrinóloga, diplomada en obesidad, Sofía hace mucho hincapié en los hábitos. Y en aferrarse a lo bueno para salir adelante. Bien lo sabe ella que, seis horas después de haber dado a luz a sus trillizos, casi se muere.

Pero antes de llegar a eso, Sofía recuerda cómo se enteró de que iba a ser mamá de trillizos, una situación que es muy poco frecuente de manera espontánea (y ahora también en los tratamientos de fertilización, ya que se recomienda transferir hasta dos embriones). Uno de cada 8.000 embarazos será triple. Uno de esos unos fue el de Garay, sin ningún antecedente familiar.

La médica tiene cinco hijos. Francisca (10), Emilia (6), Antonia, Joaquina y Alfonso (3). Pero perdió tres embarazos. Dos, en el medio de las hijas mayores. Y otro, en la búsqueda del tercero. “Siempre me fue fácil quedar embarazada, pero los perdí y la pasé muy mal, me desangraba. Hay quienes me dicen ‘Perdiste tres y vinieron tres’. Después de perder al último bebito, con una amiga que también había perdido un embarazo fuimos en un viaje a Salta a ver a la Virgen”, cuenta.

Mamá múltiple

Ella sabía que quería tener tres hijos. Pero Caco, como llama cariñosamente a su marido, no estaba seguro. “Para qué querés un tercero, si estamos bien con dos”, le decía él. Le costó convencerlo. Un día de agosto de 2019, el test de embarazo le dio positivo.

Con los antecedentes de las pérdidas, antes de empezar a atender en su consultorio del Sanatorio Las Lomas, le pidió a la ecografista que le hiciera una eco. “Sofi, son mellizos. Tenés dos saquitos vitelinos”, le dijo la colega. “Me empezó a latir fuerte el corazón. Pero el saco vitelino, que es lo que promueve el embrión, a veces se disuelve”, recuerda ella.

Embarazada. Sofía atendiendo en el consultorio. Embarazada. Sofía atendiendo en el consultorio. Esa noche, la familia había ido al cine a ver “El Rey León” (“Cuando Simba levanta al pichón, todo fue muy fuerte”, acota). Después de la película, fueron a cenar una pizza.

-No me preguntaste nada de la ecografía. Tengo una bomba.

-No me digas que son dos. ¿Sabés que lo soñé? Son mellizos.

Ahí Sofia se empezó a desarmar en palabras: “Qué vamos a hacer con dos, no sé, a gatas vos querías uno”. Carlos la contuvo y la abrazó en la felicidad de esa familia que se ampliaba. A las dos semanas, el 29 de agosto, otra vez antes de empezar el consultorio, se hizo una ecografía para llevarla a la tarde a la consulta con el obstetra de embarazos de riesgo que la iba a atender por los mellizos.

Pero la ecografista escuchó el tercer latido.

El primer contacto. Sofía, Carlos y sus bebés, en la sala de partos. El primer contacto. Sofía, Carlos y sus bebés, en la sala de partos. “Se me vino el mundo abajo. Me agarró un ataque de pánico, sentía un camión que me aplastaba el pecho. Me encerré en el baño a llorar. A la primera que llamé fue a mi suegra y después a mi amiga Josefina: ‘Se nos desborda nuestro matrimonio, nuestra familia’. Las dos me contuvieron: ‘No te preocupes, vamos a ayudarlos’. Seguí atendiendo todo el día como en un sueño: veía a cada rato la ecografía que decía ‘Embrión 1, embrión 2 y embrión 3”, relata la médica.

A la tarde fue al obstetra. Y la respuesta que recibió resultó lo menos parecido a la contención. Dice que eso la ayudó después a ella misma, como médica, a plantearse la importancia que tiene la comunicación en el vínculo del profesional con el paciente.

“Si llegás a la semana 34, te regalo un champán”, le dijo el médico, después de enumerar todos los posibles riesgos de un embarazo triple. Palabras de aliento, ninguna. Salió, se dijo que no iba a volver más a ese obstetra y llamó a su marido al trabajo, llorando.

–¿Perdiste los bebés?

–Son tres.

–Cierro las cosas y voy para allá.

El «cisne negro» de la obstetricia

Sofía empezó a ir paso a paso con mucho cuidado. Dice que le llevó unos dos meses “incorporar la información de que tenía tres bebés adentro”. Pero no frenó su vida: siguió trabajando hasta un mes antes de la fecha de parto e incluso bailó con una panza enorme en el escenario en la fiesta de fin de año de su grupo de baile.

Sofía, Carlos y los trillizos. Sofía, Carlos y los trillizos. No lo hizo, pero debería haberle llevado el champán a ese obstetra. Los trillizos nacieron perfectos, respirando por sí mismos, y solamente estuvieron en neonatología para ganar peso. El problema lo tuvo ella: en ese cálculo de improbables probabilidades, “me tocó el ‘cisne negro’ de la obstetricia”.

Eran las once de la noche, habían pasado unas seis horas del nacimiento, todavía festejando y recibiendo llamados de familia y amigos, cuando Sofía empezó a convulsionar. Abrió los ojos un día después y se encontró toda llena de cables en terapia intensiva.

«Vos no sabés las cosas que pasamos», le dijo Carlos.

A Sofía aún hoy la angustia imaginarlo en esa madrugada solo, esperando una respuesta sobre la salud de su mujer, con tres bebés en neonatología y dos nenas en su casa, pensando lo peor.

“Tuve eclampsia, un pico de presión con un shock convulsivo. Si lo tenía antes de la cesárea, nos moríamos los cuatro”, afirma Garay.

Recién al cuarto día en terapia pudo ir a ver a sus bebés en una silla de ruedas. Poco después le dieron el alta: “Mis hijas estaban ansiosas por verme, yo no podía más pero puse de cara de ‘Está todo bien, mamá está acá’”.

Los bebés nacieron en la semana 34 de gestación en perfectas condiciones.Los bebés nacieron en la semana 34 de gestación en perfectas condiciones.Los trillizos pasaron casi un mes en neonatología, y ella iba sola por la Panamericana a verlos, en el arranque de la cuarentena estricta. Y cuando ya les dieron el alta a los bebés, empezó un baile que nunca pudieron ni siquiera imaginar.

Toda la gente que se había comprometido a ayudarlos estaba encerrada por el Covid. Carlos y Sofía se encontraron con tres recién nacidos, una nena iniciando primer grado y otra arrancando sala de tres (virtual) y sólo acompañados por una persona que pudieron contratar con el permiso especial.

Tenía tres bebés llorando los tres al mismo tiempo. ¿A cuál satisfago primero? Al que llora más fuerte”, ríe hoy Sofía. Pero entonces, concede, era desesperante. No daba más: “Había momentos en que me encerraba en el baño y olía olores de lavanda, veía tutoriales de mindfulness y también rezar me ayudó mucho”.

Y en esa desesperación, surgió el impulso a su cuenta de Instagram. La familia vive en un barrio cerrado, así que Sofía salía a caminar para despejarse y a ver los árboles. Creó un hashtag, #sumandopasosconsofi. Todavía hoy se pueden ver los videos en los que salía con el barbijo puesto y uno o dos de los bebés en el cochecito a dar vueltas. Todavía hoy sigue invitando a la gente a caminar. Y a sumar otros hábitos saludables, como beber agua, comer frutas y reducir el consumo de azúcar.

«No somos super mamás»

“Los primeros meses fueron muy difíciles. Pero cada etapa de una mamá múltiple es un desafío por tres. Por ejemplo, cuando gatean o cuando empiezan a caminar, cada uno a sus tiempos. Creo que lo que más me salvó fue no dejar de hacer pequeñas cositas por mí misma. Si una está bien, la familia la podés llevar de la mejor manera”, propone.

Sofía con sus hijos, caminando por el barrio en la cuarentena. Sofía con sus hijos, caminando por el barrio en la cuarentena. Trabajó mucho sobre sí misma, asegura. “Me apoyé en la sonrisa y la alegría para encarar esto, porque no todo era alegría. Pero en los momentos de desborde, buscaba la música, los olores, pequeños recursos para seguir el día a día en una situación límite”, cuenta su experiencia y aconseja a otros (no sólo papás múltiples).

Llevar adelante una familia grande no es nada fácil, más en este contexto. Ella es médica y su marido trabaja en un frigorífico. No volvieron a irse de vacaciones a un lugar de veraneo desde el nacimiento de los trillizos, sí descanso familiar en La Pampa, de donde es Carlos, y mucha conexión con la familia. Recomienda eso también: fortalecer los vínculos porque son una forma de cuidar nuestra salud.

“No tenemos grandes gastos. Del colegio tenemos un apoyo en la parte económica con las becas. A mí me importa mucho la alimentación, soy muy rigurosa con las frutas y las verduras. Compro por cajón en la verdulería, voy al mayorista y estoy siempre viendo las ofertas en el supermercado”, comenta.

Sofía con los bebés en la clínica. La médica pasó cuatro días en terapia intensiva. Sofía con los bebés en la clínica. La médica pasó cuatro días en terapia intensiva. Sofía es muy metódica. Durante dos años y medio tuvo una planilla en la que anotaba todo: a quién le había dado de mamar (amamantó cinco meses a los tres), quién había hecho caca, a quién le había dado ibuprofeno porque tenía fiebre…

Los trillizos hoy son súper compinches. “Se complotan y hacen lío. O cuando reto a uno, los otros lo defienden”, los disfruta.

Y agradece por su ayuda a sus hijas mayores. “Sus hermanas fueron brillantes. Re empáticas. Y yo hablaba mucho con ellas. Les contaba lo que me pasaba, les pedía disculpas porque estaba cansada, no había dormido o me sentía mal. Está bueno que las mamás cuenten a sus hijos lo que les pasa. No somos super mamás”, cierra Sofía, mamá x 5.

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