Un debate sobre el futuro del cine que poneen juego todas las certezas
No tiene ningún sentido presentar el choque planteado en los últimos días entre Steven Spielberg y Netflix desde una perspectiva de blanco o negro. El debate más candente de la actualidad de Hollywood va mucho más allá de la determinación de los requisitos que tendrá a partir de la próxima temporada toda producción que aspire al Oscar. Detrás de esa discusión se están poniendo en juego casi todas las premisas, fundamentos, marcos de referencia, supuestos, ideas y reglas básicas que rigen a la industria del entretenimiento desde hace mucho tiempo. Son tantos los matices en juego que la polémica puede expandirse o contraerse según el cristal desde el cual se observen las cosas.
Después de mucho tiempo volvemos a ver a la industria como un sistema. Su funcionamiento orgánico exige anticiparse a cualquier eventual movimiento en el tablero y especular con la mayor certidumbre posible respecto de cómo podría repercutir en el resto de los actores y en sus relaciones. Lo podemos ver desde cualquier perspectiva, que no tarda en complejizarse, agregar capas y hacerse casi inmanejable.
Ejemplo: Spielberg dice que una película pensada principalmente para su lanzamiento en una pantalla pequeña es un film para televisión, y por lo tanto debería competir por el Emmy, no por el Oscar. Netflix replica que la prioridad de lanzar cada una de sus producciones originales en streaming (aunque reserva una pequeña porción de ese lanzamiento en cines convencionales) apunta a poner en un pie de igualdad a quienes viven en ciudades con acceso a grandes complejos multipantalla y a los fanáticos del cine residentes en lugares que se quedaron sin salas. ¿No merecen ambos un estreno simultáneo de la misma película, más allá del tamaño de la exhibición?
El debate no tardó en adoptar ribetes casi bizantinos. Decenas de productores y directores discuten hoy el sentido y los alcances de lo que significa el término “película”. ¿Qué sería
Triple frontera, la producción de alto perfil de Netflix más reciente? ¿Es una película porque estará por algunos días disponible en cines de EE.UU.? ¿O una
TV movie porque llegará vía streaming a sus millones de clientes en todo el mundo al mismo tiempo?
Hay directores que dicen que sus obras desaparecerían para siempre si no fuese por el streaming, porque los cines están monopolizados desde hace tiempo por los tanques pochocleros. Y hay actores que dicen que su trabajo en esos tanques adquiere sentido justamente gracias al imponente formato de imagen y sonido que ofrecen esas todavía inmensas salas, porque de otra manera el cine desaparecería como tal si solo vemos películas desde las minúsculas pantallas de los celulares. ¿Cómo descubrimos por primera vez los clásicos si no es a través del cine en el hogar? ¿Y en nombre de qué supuesta modernidad nos negaríamos a seguir estimulando la experiencia colectiva de emocionarse viendo a oscuras una película en un espacio común, con espectadores que se cuentan por decenas?
Quienes hacen películas las conciben para que sean vistas de la manera más grande que pueda imaginarse. Pero también sueñan con que la mayor cantidad de gente posible las conozca. Desde un sencillo debate sobre las próximas reglas del Oscar empiezan a cuestionarse todas las certezas. Hoy se discute hasta la esencia del cine. Y cada protagonista parece tener algo de razón.