Tal vez Jorge Luis Borges hubiera sido miembro de este ingrávido círculo que asocia los nubarrones con estados de ánimo y descree de la banalidad de un cielo siempre azul. “Se las nombra nubes”, escribía en Los Conjurados (1985). “Las formas suelen ser extrañas. Shakespeare observó una. Parecía un dragón”. En todo caso, los socios de la
“Sociedad de la Apreciación de la Nube” hubieran celebrado sus palabras, ya que en su Manifesto declaran que las nubes son la expresión poética de la Naturaleza. Su sitio contiene fotografías (se incluye una mención a la “Nube del Mes”), una galería de arte, una tienda, un foro y hasta tours de observación celestial: el próximo, a la Finlandia ártica, tiene cupos agotados y lista de espera.
Los comentarios publicados son de exclusiva responsabilidad de sus autores y las consecuencias derivadas de ellos pueden ser pasibles de sanciones legales. Aquel usuario que incluya en sus mensajes algún comentario violatorio del reglamento será eliminado e inhabilitado para volver a comentar. Enviar un comentario implica la aceptación del Reglamento.
Para poder comentar tenés que ingresar con tu usuario de LA NACION.