En el Teatro Colón, brilló el Ensamble Arcangelo, con el virtuoso mandolinista israelí Avi Avital.
Si algo caracteriza la historia del Mozarteum Argentino, la más tradicional de las instituciones musicales privadas de nuestro país, es su capacidad para combinar las propuestas estándar con algunas otras de corte más novedoso e incluso sorprendente.
Tal fue el caso del cuarto concierto de su abono anual en el Teatro Colón, en el que, junto con el ensamble barroco Arcangelo dirigido por Jonathan Cohen, se presentó como solista un instrumento al que el devenir de la tradición occidental sacó del lugar que supo ocupar, pero que hoy vuelve a tomar protagonismo en la figura de su mayor virtuoso actual, el mandolinista israelí Avi Avital.
El programa que Avital y el ensamble plantearon para su visita fue perfectamente simétrico: tres obras de Vivaldi y tres de Bach, con dos conciertos del solista en los extremos de cada una de las dos partes. Como era de esperarse, el programa comprendió en su mayoría transcripciones para mandolina de obras escritas para otros instrumentos.
Un solista compenetrado
Relajado y extrovertido, el mandolinista abrió el fuego junto al conjunto en uno de los conciertos más famosos de Vivaldi, el RV 356 en la menor (original para violín, cuerdas y continuo), de la colección L’estro armonico, y se hizo evidente la simbiosis total entre cada uno de los miembros del ensamble entre sí y con el solista, que a su vez se compenetra completamente a nivel corporal con la música.
Indudablemente, la mayor exigencia técnica y musical para Avital estuvo en los dos conciertos de Bach en programa: el BWV 1052 en re menor y el BWV 1056 en fa menor.
Las reticencias que pudiera plantear la ejecución en mandolina de estas obras para clave y orquesta quedan relativizadas por dos circunstancias: por un lado, clave y mandolina comparten el principio que genera en ellos el sonido (es decir, ambos son de cuerda punteada); por el otro, según diversos investigadores no se trata de obras originales escritas por Bach para clave, sino adaptaciones de conciertos previamente escritos para otras combinaciones instrumentales.
Lo cierto es que se trata de obras de construcción tan perfecta que hasta podría pasar a un segundo plano la cuestión de qué instrumento se utilice, siempre que se pueda dar vida a las líneas trazadas por el compositor con la entrega, la precisión, la articulación, la musicalidad y el estilo insuperables de Avi Avital y el Ensamble Arcangelo.
Fue en este sentido extraordinaria la interpretación del primer movimiento del concierto en re menor (que incluso arrancó en el público aplausos a destiempo, único caso en toda la noche) y del famosísimo Largo del concierto en fa menor.
Avital también brilló en la única obra original para mandolina del programa: el concierto en do mayor RV 425 de Vivaldi, una joya de delicadeza extrema en la combinación con las cuerdas en pizzicato.
Cabe apuntar que a lo largo de todo el concierto la mandolina requirió una sutilísima pero imprescindible amplificación para que fuera posible apreciar en toda su dimensión la variedad de recursos dinámicos, tímbricos y estilísticos del solista.
El repertorio del ensamble
El Arcangelo completó el menú con dos obras sin solista en el corazón de cada una de las partes: en la primera, la breve y hermosa sinfonía para cuerdas en re menor RV 128 de Vivaldi, y en la segunda el tercero de los seis Conciertos de Brandenburgo de Bach.
En este último caso se debió hacer una pequeña pero sustancial modificación al original, que requiere tres violines, tres violas y tres cellos, cada uno con parte real, más continuo; dado que el Arcangelo llegó con dos violas y dos cellos, el líder de los segundos violines pasó a completar el trío de violas, y los dos cellistas se repartieron las líneas de los tres originales.
El resultado fue en todo caso magnífico en el juego de planos sonoros que Bach diseñó, y permitió el lucimiento individual de un conjunto en el que la excelencia es sin lugar a dudas mucho más que la suma de las partes.
Fuera de programa, Avital regaló otro movimiento lento de Vivaldi (del concierto para flauta RV 443), y en soledad ofreció una complejísima improvisación sobre una melodía tradicional búlgara, casi como una reafirmación de que su capacidad para recrear con su instrumento las músicas más diversas no conoce limitaciones de épocas, estilos ni fronteras geográficas.
Ficha
Ensamble Arcangelo
Calificación: Excelente
Director y clavecinista: Jonathan Cohen Solista: Avi Avital (mandolina) Ciclo: Mozarteum Argentino Sala: Teatro Colón, 7 de agosto.
WD