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Renato Civelli: el “beso” a Ibrahimovic, un vuelo de 10 horas al lado de Bielsa y su nueva vida como pastelero

Nació en Pehuajó, debutó como futbolista en Banfield y dio el salto a Europa cuando ni él se lo esperaba. No sufre “el día después” del futbolista. Su nueva ocupación le plantea desafíos impensados.

Sergio Chiarito

17 de septiembre 2023, 05:41hs

Video PlaceholderMano a mano con Renato Civelli (Sergio Chiarito/TN).

Renato Civelli tuvo una buena intuición para manejar su carrera. Desde aquellos inicios en Estudiantes de Pehuajó, supo comprender cómo sacarle rédito a su carrera. “Vengo de una familia de trabajadores. Mi viejo es contador y sigue trabajando en una fábrica de Cebo en General Pico y mi mamá fue maestra jardinera. Yo terminé el secundario en un nocturno y después me metí en la UBA para estudiar Ciencias Económicas, pero cuando empecé a vivir del fútbol terminé dejando los estudios”.

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Una transferencia que su mujer festejó mucho

Renato recibió la noticia de que era jugador de Olympique de Marsella cuando tenía 22 años. “Yo conocía solo del fútbol de Italia y España. No había información de lo que era el fútbol francés. La que salió beneficiada fue Estefanía, que era mi novia y hoy es mi esposa. ¡Ella es historiadora de arte y no sabés las iglesias que me hizo conocer! Lo bueno es que fuimos con pocas pretensiones a conocer un nuevo mundo. Me acuerdo de que el director deportivo se disculpó porque nos dio un departamento que era para los juveniles, pero para nosotros estaba bárbaro”.

Civelli siempre le estará agradecido a Julio Falcioni a quien le destaca su exigencia para poder moverse en la vida. “Un día volvimos tarde del casino con Garrafa Sánchez y en la puerta del hotel estaba Julio. Garrafa agachó la cabeza y se fue a la habitación. A mÍ me paró en seco y me puteó de arriba a abajo. Pensé que no jugaba más al fútbol y no lo hice nunca más. Hoy a los pibes no les podes gritar porque se sensibilizan”.

Renato Civelli en un partido con Banfield ante Nacional de Montevideo, el 21 de febrero de 2018 (FOTO: AP, Matilde Campodonico).

Renato Civelli en un partido con Banfield ante Nacional de Montevideo, el 21 de febrero de 2018 (FOTO: AP, Matilde Campodonico).

Apenas arribó a Francia se puso a estudiar el idioma y a conocer sus gustos y culturas. “Cuando estuve jugando en Niza tomaba el transporte público o me iba en bicicleta al entrenamiento. Yo les decía a mis compañeros que no iba a mover el auto para hacer solo 10 cuadras. Ellos no lo podían entender”.

Está a punto de cumplir 40 años y es padre de Simona, Filipa y Clemente. Se dio el gusto de jugar en tres equipos de Francia y en el Bursaspor de Turquía. “Yo siempre les digo a mis amigos que a los turcos les gusta regatear, eso es cierto. Pero ojo que si les pagás de una lo que ellos quieren cierran el trato y no negocian más. Nosotros en Bursa la pasamos tan bien que nos hubiera gustado estar mucho más tiempo en el país”.

Bielsa e Ibrahimovic

En ese largo recorrido tuvo como técnico a Diego Simeone, a quien describe como “introvertido, pero que no te tiraba la chapa” y a modo de anécdota recuerda que “el beso que le di a Zlatan Ibrahimovic está editado” y qué significó compartir un vuelo con Marcelo Bielsa: “Estuve 10 horas al lado suyo. Analizamos al Athletic Bilbao y hasta hablamos de política. Lo que me llamó la atención es que cuando llegamos a destino dejó su asiento y se fue sin despedirse”.

Video PlaceholderEl beso de Renato Civelli a Zlatan Ibrahimovic.

Del fútbol a la pastelería

Y en su presente, el fútbol no tiene nada que ver. Hoy, Renato administra varias franquicias de la casa de pastelería francesa Gontran Cherrier. Renato entendió que además de encontrar una oportunidad comercial era una linda manera de estar cerca de los afectos franceses. “Soy el socio mayoritario de un equipo en el que también está mi hermano Luciano (exfutbolista). Gontran abrió la primera casa en París y para nosotros es un privilegio poder representarlo en la Argentina. Los hornos y la maquinaria son francesas y además importamos harina y manteca. Tenemos el centro de producción en Villa Pueyrredón”.

Renato Civelli admnistra los locales de la firma parisina Gontran Cherrier en la Argentina (@gontrancherrierar).

Renato Civelli admnistra los locales de la firma parisina Gontran Cherrier en la Argentina (@gontrancherrierar).

Con respecto a la situación que vive la Argentina y ante la posibilidad de emigrar, Renato Civelli tiene una mirada particular. “No proyectamos llevar este emprendimiento a otro país, porque nosotros vivimos bien en nuestro país. Estamos en un buen barrio, mis hijos van a una escuela que nos gusta y tenemos cobertura médica. Con eso estamos más que bien”.

¿Hiciste un balance de lo que fue tu carrera como jugador?

– Más o menos. Me vine a jugar a las inferiores de Banfield sin ninguna expectativa, porque a pesar de tener hambre no sabía si iba a ser jugador de fútbol porque no era un crack. Cada vez que mi viejo iba perdiendo poder en Estudiantes de Pehuajó iba más para atrás porque empecé de 9 y terminé jugando de defensor.

¿Te costó llegar a Primera?

– Debuté en Primera antes de jugar en Reserva, pero no descartaba que en algún momento me dejen libre. Hasta pensé en irme a una universidad de Estados Unidos, aprender inglés y volver con unos mangos. Pero por suerte a Banfield llegó Julio Falcioni, que no le regala nada a nadie y me subió definitivamente.

¿Qué te salvó?

– La mentalidad. Porque era muy responsable con el fútbol y esa misma característica la desarrolla en mi nuevo proyecto. Y después tuve la suerte de medir 1,95 metro y tener pasaporte comunitario, que me ayudó para poder jugar en Europa. El sentido común me ayudó a saber convivir con el fútbol.

¿Cómo surgió lo de Europa?

– Eso no me lo esperaba. El equipo estaba jugando muy bien y Banfield era un llamador para clubes y empresarios. Me terminó llevando a préstamo Olympique de Marsella, pero yo no sabía dónde estaba Francia en el mapa y menos aún hablar una palabra en francés. Tenía 22 años y el fútbol francés no era tan popular como lo es ahora.

¿No sabías que Olympique de Marsella era un grande?

– Recuerdo que cuando se lo conté a mis compañeros de Banfield en la concentración fue el Chipi Barijho el que me dijo: “Renato, el Marsella es un equipo muy grande”. Y a partir de ahí empecé a tomar dimensión de lo que era ese club. Barijho lo conocía porque estuvo en Suiza jugó varios amistosos en Francia. Me terminé enamorando de Marsella.

¿La sensación fue parecida al debut en Banfield?

– Fue diferente porque cuando llegué, el técnico me dijo que no había pedido un marcador central. Pero a mí no me importaba porque me sentía muy cómodo en el club. Me hicieron contrato con una marca deportiva de primera y me daba botines nuevos cada 10 días porque no querían verme con los gastados. La marca tenía una oficina dentro del centro deportivo de Marsella.

¿Cómo fue el salto de calidad de los jugadores?

– Tuve como compañeros al pelado Fabien Barthez y a Franck Ribery. Fui muy respetuoso con todos y enseguida quise aprender francés y eso ellos lo valoraron. Después, cuando empezaba el entrenamiento éramos todos iguales porque la esencia era la misma en el predio de Luis Guillón o en la Commanderie.

Renato Civelli en el Olympique de Marsella, el 31 de marzo de 2013 (FOTO: AP Photo, Lionel Cironneau).

Renato Civelli en el Olympique de Marsella, el 31 de marzo de 2013 (FOTO: AP Photo, Lionel Cironneau).

¿Qué cosas confunden al futbolista?

– Todo lo confunde porque te ven como un referente de su vida y es muy fuerte. Te puede confundir la plata que ganás, que te va entrando todos los meses. Yo me preguntaba ‘¿y ahora que me puedo comprar?’. Pero ese mundo cambia porque después esa plata no entra más todos los meses. Hoy tengo que comprar algo de 500 euros y lo analizo varias veces. Igual no me quejo porque tengo más plata hoy que cuando empecé a jugar en Marsella.

¿Cómo viviste en Niza y Lille?

– No me sentía Ronaldinho, pero las elegí como ciudades. Yo hacía un mix entre lo familiar, lo deportivo y lo económico. Cuando me fui a Lille me hablaban de gente fría y parca porque eran del norte de Francia, pero cuando les entrás terminan siendo muy cariñosos a diferencia de los del sur, que son más superficiales. Como pudimos conservar un departamento en Niza, cada tanto nos vamos con la familia.

¿Fuiste feliz jugando en Turquía?

– Bursa es una ciudad chica pero de tres millones de habitantes. Turquía es un país hermoso y si hubiera jugado en Estambul a lo mejor nos hubiéramos quedado 10 años. Se nos hizo complicado con el idioma, pero nos trataron con mucho cariño. Filipa, una de mis hijas nació allá, y Simona, que es mi hija mayor, hizo sala de tres en un jardín turco y de a poco empezó a entender. Jugué con Fernando Belluschi y Pablo Batalla.

¿Seguís distanciado de Banfield?

– Banfield me debe un año y medio de salario. Lo que percibo es que el presidente no tiene intención de pagarme. Si me debes 50 y me querés dar cinco está claro que no hay buena predisposición. Capaz que al presidente le sale bien porque esa plata la pone a trabajar en una financiera. Yo sé que por medios legales esa plata la voy a cobrar, pero me entristece no poder volver al club.

¿De qué se trata tu emprendimiento?

– Con mi mujer queríamos seguir ligados a la cultura francesa. Como tenemos amigos en la Embajada y el Liceo francés fuimos a una presentación que hizo el pastelero Gontran Cherrier, que cocinó algunos de sus clásicos productos. Él tenía la intención de tener una franquicia en la Argentina y dentro de varios postulantes nos eligió a nosotros porque le dejamos en claro que no éramos un grupo inversor.

Renato Civelli en un mano a mano con Sergio Chiarito para TN.

Renato Civelli en un mano a mano con Sergio Chiarito para TN.

Te vemos muy metido…

– Empezamos con una en 2019 y después nos agarró la pandemia. Pero le estamos dando para adelante porque este era mi objetivo para cuando dejara de ser jugador de fútbol. Soy bastante “culo” inquieto y emprendedor. Por eso tenía en claro que algo iba a hacer de mi vida.

¿Seguís sumando franquicias?

– Tenemos seis y de a poco nos vamos agrandando. Le tengo terror a los locales a estrenar porque hay que ponerle mucha plata encima. Al primero lo abrimos en Palermo y al de Zabala y Arribeños, por ejemplo, yo no lo quería, pero me terminaron convenciendo. Nos está dando resultados. Ahora abrimos otro pero en Recoleta, ese está en la misma cuadra de La Biela. Nos está costando porque Recoleta se está reinventando.

¿Sabés delegar?

– Tenemos un gerente que se ocupa de la parte comercial, una jefa de producción, un encargado de la logística y distribución y la mujer de mi hermano que se ocupa de eventos y compras. Al expandirse, tenés que poner encargados por área.

¿Se toman decisiones como en el fútbol?

– En el fútbol no tenés margen de error y en este negocio tenés un pequeño margen cuando las cosas no te salen. Hoy trabajas mal un día y si sos reactivo lo podes modificar. En el fútbol es todo más trágico. O sos campeón o te vas a la B. Lo bueno que tiene el fútbol es que si no jugaba igual cobraba un sueldo. En el comercio, si te fundís perdés toda la que pusiste.

¿Cómo te relacionas con tus empleados?

– El fútbol te hace tratar con un montón de perfiles y clases sociales, y en nuestros comercios pasa lo mismo. Tenemos clientes de clase alta y nuestros empleados son de clase media y baja. Y acá es donde tenés que poner en marcha el sentido común. El fútbol me ayudó a conocer religiones diferentes, idiomas diferentes y lugares diferentes.

¿Se puede vivir dentro del fútbol?

– Esto es una demostración para mis colegas de que no necesariamente el segundo tiempo tiene que estar dentro del fútbol. Porque si algún día me llega una buena propuesta para trabajar en el fútbol la analizaría, pero también sé que no es la única salida. De gastronomía no sabía nada, pero si te sabés rodear claro que se puede.

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