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En 1912, en la Argentina, la Ley Sáenz Peña estableció el voto secreto, obligatorio y universal, se cayó la piedra movediza de Tandil y comenzaron las obras de la línea B de subterráneo. En el otro hemisferio, el Titanic partió de Southampton con destino a Nueva York, pero un iceberg se interpuso en su camino; el 14 de abril, se hundió en las heladas agua del Atlántico norte. Cerca de esa fecha, en un viñedo mendocino que hoy ya no existe, se cosechó un Malbec del que unas 50 botellas han llegado hasta nuestros días. Y que desde el mes pasado se puede beber por copa.
Es, vale destacar, el vino por copa más caro de la Argentina: 1000 dólares una mínima cantidad de ese Malbec más que centenario.
“La maravilla de tener tanta historia en una botella nos lleva a imaginar que quizás esas uvas fueron cosechadas alrededor de la fecha en que se hundió el Titanic″, comenta Alberto Arizu (h), cuarta generación de la bodega Luigi Bosca, que cuenta que “las botellas pertenecen a una colección de la familia que pasó de padres a hijos. En este caso son parte de la colección privada de mi padre y fueron conservadas por él durante todos estos años desde que las heredó de mi abuelo”.
Desde octubre, este Malbec de 1912 se encuentra a la venta por copa para quien visite Finca El Paraiso, la casa familiar que los Arizu poseen en Maipú, Mendoza, y que desde hace unos años se encuentra abierta al público. El vino se sirve en la cava subterránea, donde se encuentran las 10 botellas de la colección familiar disponibles para ser bebidas por copa. Otras 40 botellas del Malbec 1912 permanecerán en la colección de los Arizu.
“Recientemente, decidimos trasladar solo algunas de estas botellas para atesorar en la cava de nuestra casa en Finca El Paraíso, una casona de estilo renacentista construida en 1905 y que fue la casa de mi familia a lo largo de 4 generaciones -cuenta Alberto Arizu-. Hace dos años abrimos las puertas de este chateaux para recibir visitantes de todo el mundo y vivir una experiencia de vinos de Luigi Bosca, acompañados de historia, arte, música y excelente gastronomía”.
Esta semana, Finca El Paraíso fue destacada dentro del ranking de las mejores bodegas del mundo abiertas al público, que elabora la organización World’s Best Vineyards.
No tienen etiqueta, tampoco nombre. Las botellas desnudas que se encuentran en la cava de El Paraíso solo tienen adosado a su cuello el corcho original con el que fue envasado el vino, y que luego fue reemplazado por un corcho más moderno para asegurar su adecuada conservación. No es mucho lo que se sabe sobre este Malbec. Sí que corresponde a la primera etapa de esta bodega familiar fundada por el inmigrante español Leoncio Arizu en 1901. Y, también de qué viñedo es.
“Las uvas provenían de un viñedo que teníamos en lo que hoy es el centro de Mayor Drummond, en Luján de Cuyo, que ya no existe”, cuenta Alberto Arizu, y describe el vino: “Tiene un concentrado azúcar residual, y eso quizás se deba a no haber completado la fermentación, debido a que posiblemente las uvas hayan ingresado más tarde a la bodega, a mediados de abril. En esa época el frío era más intenso que hoy”.
La presencia de azúcar en el vino es un factor clave para que un siglo después el vino esté vivo: “Ese azúcar ha resultado funcionar como un protector de este vino y así conserva todavía su esencia y su corazón dulce, suave y persistente, bastante increíble para un vino de más de 100 años -explica-. Obviamente el carácter de la variedad se desdibuja ante la presencia de su fantástica evolución”.
Aunque no puede ser confirmado, ya que el mundo del coleccionismo de vino no siempre da a conocer sus existencias, es muy probable que este Malbec 1912 sea el Malbec más viejo del mundo. La variedad es originaria de Cahors, Francia, pero desde la epidemia de filoxera que destruyó sus viñedos en la segunda mitad del siglo XIX, esa región abandonó el Malbec, retomando su cultivo en tiempos muy recientes.
Si bien el Malbec 1912 se encuentra disponible para beber por copa, las botellas no se encuentran a la venta. “Pusimos un valor de 1000 dólares la copa que es casi simbólico. Y desde que lo presentamos, ya hubo un cliente que la pagó”, comentó Arizu a la publicación The Wine Time, en un evento realizado en Mendoza en el que se presentó el vino centenario.
“La idea era exhibir estas botellas y ante la consulta de algunos visitantes especiales que querían realmente probarlo, decidimos hacerlo”, concluye Arizu, y aclara: “Solo se trata de probarlo, por lo que la copa solo es una medida muy pequeña”.
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