Carl-Emil Pettersson fue una personalidad sueca que ganó fama a principios del siglo XX por su particular historia de vida marcada por la aventura. Fue un marinero que se estableció en lo hoy se conoce como Papúa Nueva Guinea y, tras naufragar por el hundimiento del barco en que trabajaba, terminó en una isla. Allí fue rescatado por integrantes de la tribu local, quienes lo adoptaron uno más.
Con el tiempo, se enamoró a la hija del jefe, con quien se casó y se volvió rey del pequeño archipiélago. Así se ganó el nombre de “Príncipe Pettersson” y “Rey Karl Pettersson I”. Además, se volvió rico con su negocio de plantación de cocos. Fue tanta la admiración que obtuvo de la sociedad sueca, que se cree que inspiró un personaje de una famosa serie de libros infantiles.
Carl-Emil Pettersson nació en octubre de 1875 en la zona rural sueca de Sollentuna, al norte de Estocolmo. Era uno de los seis hijos de Carl Wilhelm y Johanna Pettersson. Alrededor de 1892, su padre abandonó a su familia, lo que obligó al joven a iniciar la carrera de marino con solo 17 años.
Es así que, aproximadamente en 1989, terminó en el Archipiélago Bismarck de Guinea Nueva Alemana ―lo que hoy se conoce como Papúa Nueva Guinea, pero en ese entonces era colonia de Alemania―. Allí se dedicó a trabajar en barcos comerciales de la empresa alemana New Guinea Company. La labor de Pettersson consistía en viajar en carguero entre las numerosas islas por el mar Pacífico y recoger productos agrícolas como tabaco, algodón y copra (la semilla blanca y seca del coco). También se cree que llevaba mano de obra a las plantaciones alemanas y europeas en esas zonas.
En el día de Navidad de 1904, el marinero estaba embarcado en el Herzog Johan Albrecht (Duque Johan Albrecht) y este encalló en un gran arrecife de coral cerca de la isla Tabar. El joven naufragó y las olas lo arrastraron a las costas de ese archipiélago, donde los nativos tenían fama de ser caníbales.
Fue encontrado por los locales en las orillas del mar, pero tuvo la suerte que les causó curiosidad y decidieron llevarlo ante el rey Lamry. Este quedó cautivado por el joven, que en ese entonces tenía 28 años, quien lo convenció de que podría hacerlo rico si se le permitía hacerse cargo de la administración de sus tierras. El jefe de la tribu estuvo de acuerdo con la idea y Carl pudo instalarse allí para llevar adelante este emprendimiento.
Es así que obtuvo un campo, donde estableció una plantación de cocos que llamó Teripax y se dedicó a la comercialización de copra a Australia. El negocio fue creciendo hasta el punto que pudo expandirse con dos cultivos más y se ganó el favor del jefe de la tribu.
Según lo describen, Peterson era respetado por los lugareños como un líder que los escuchaba y trataba bien a sus empleados, algo que solía ser inusual para los occidentales que ocupan puestos de poder en las colonias del Pacífico, también conocido como Mar del Sur en Europa. Además, era muy respetuoso de sus creencias y costumbres, lo que lo volvió muy popular en Tabar y poco a poco se convirtió en parte integral de la sociedad isleña. Lo llamaban “Charley fuerte” porque físicamente era un hombre muy fornido.
Entre sus admiradores, estaba la princesa Singdo, hija del rey Lamry. Ella se enamoró perdidamente del sueco, quien correspondía el amor de la bella joven morena. Aunque tenía buena relación con el jefe isleño, le costó poder consolidar su romance porque no les deba permiso para casarse.
A los pocos años de su accidentada llegada, Pettersson viajó a Suecia, pero solo de visita porque la isla Tabar se había convertido en su hogar. Fue durante esta visita en que su historia empezó a circular en su tierra natal, sumado a los relatos del conde y diplomático Birger Mörner, quien conoció a Carl en uno de sus viajes por Oceanía y escribió sobre él en sus diarios de viaje.
Al volver, Pettersson logró contraer matrimonio con su amada en 1907. Singdo y Carl tuvieron juntos unos nueve hijos, de los cuales uno solo murió en la infancia.
Cuando el rey Lamry murió de vejez, Carl fue elegido como su sucesor y se convirtió en el rey Carlos I de Tabar. Era plenamente aceptado por los isleños y era considerado miembro respetado de la sociedad, por lo que fue natural que tomara ese rol. Ascendió al trono, en el cual gobernó con mucha seriedad y le prometió a su pueblo que iba a traer prosperidad.
De todos modos, no todo fue de color de rosa en la vida de Carl-Emil Pettersson. En 1922, Singdo murió de fiebre puerperal tras dar a luz. Después de un período de luto, el rey decidió que era momento de encontrar una nueva esposa para que se encargue de sus hijos, y se embarcó hacia Suecia para encontrar una mujer con quien casarse. Esta vez quería una cónyuge blanca, pero le costó hallar a alguien que quisiera cumplir ese rol.
Finalmente, regresó en 1923 a la isla Tabar con Jessie Louisa Simpson, de origen inglés-sueco, y se casó con ella en su pequeño reinado. Con su llegada, se encontró con que la plantación estaba en mal estado y el negocio de copra ya no era redituable, por lo que perdió sus plantaciones y estuvo al borde de la bancarrota. Trató de reconstruir su negocio, pero las malas inversiones y la situación del mercado dificultaron la recuperación. En la búsqueda de una solución para volver sus problemas económicos, encontró depósitos de oro en las islas alrededor de Tabar, los cuales los mantuvo en secreto durante mucho tiempo. Cabe aclarar que hoy en día una de las principales actividades económicas de esta zona es la minería de oro.
A pesar de todos los esfuerzos para recuperar su anterior estilo de vida, Pettersson se vio obligado a irse de la isla Tabar. A esto se suma que tanto él como su esposa habían contraído malaria. Fue Jessie Louisa quien se fue primero: viajó a Australia para encontrar tratamiento a su enfermedad y después se dirigió a Suecia, en donde murió en 1935 por la malaria y un cáncer que se le detectó al poco tiempo.
En tanto, Carl-Emil Petterson dejó la isla Tabar en 1935, pero nunca regresó a Suecia. Su salud ya estaba muy deteriorada y vivió sus últimos días en Australia. Murió de un ataque cardíaco en Sídney el 12 de mayo de 1937.
La vida de Pettersson como “príncipe negro” y “rey de las plantaciones” en la isla Tabar fue narrada en muchos diarios y semanarios suecos durante los años 20 y 30, lo que le otorgó una gran notoriedad en su país de origen. Es por ello que no llama la atención que haya inspirado a muchos con su historia.
Se dice que Carl-Emil Petterson fue la inspiración para el personaje Ephraim Långstrump, el padre de la protagonista de la serie infantil Pippi Långstrump (Calzaslargas en español) de la autora sueca Astrid Lindgren, altamente conocida en gran parte del mundo. Sus aventuras y su fuerza son las características que representan a este pirata y rey de los congoleses. No solo fue con libros, pero con adaptaciones de ellos a películas y programas de televisión.