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jueves, enero 30, 2025

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Clarín en Aguas Blancas: «Por los que trafican drogas, pagan todos», dice la gente sobre el alambrado en la frontera

En la pequeña muralla de 200 metros que va desde la terminal de micros hasta el paso fronterizo legal hay una abertura a la que pocos le esquivan: es chiquita, pero perfecta para el fin para el que fue creada.

Pasar. Atravesar la vegetación y bajar a la playa. Subirse a una chalana, o a un gomón. Batallar contra la corriente salvaje del río Bermejo. Llegar a Bolivia. Comprar la mercadería para revender en territorio argentino. Subirse a otro gomón, ahora con mucho más peso que antes. Resistir nuevas embestidas del río, viajando en diagonal, para eludir la entrada legal al país, que es por el Puerto Chalanas. Bajar del gomón en una finca, a unos 3 kilómetros de los ojos delatores de la Prefectura Naval Argentina.

En Aguas Blancas, localidad salteña que limita con Bolivia, nadie lo niega: tanto allí como en el vecino Orán, casi toda la población vive del comercio ilegal. Del contrabando. Y es, hasta como explican algunos conocedores del territorio, algo “legitimado”, algo que está naturalizado”.

Es ahí donde, desde hace unos días, la tensión escaló luego de la decisión oficial de levantar un alambrado de 200 metros en la frontera con Bolivia, para frenar el paso ilegal de personas y, con eso, el narcotráfico.

La iniciativa es parte del «Plan Güemes» que impulsan el gobernador Gustavo Sáenz y el Ministerio de Seguridad de la Nación. La explicación de Seguridad, de donde surgió el pedido del refuerzo fronterizo, fue que mientras del lado boliviano se construyeron controles estrictos, del lado argentino no hay una delimitación clara.

Desde el 9 de diciembre la PNA está en Aguas Blancas, para, según la ministra Patricia Bullrich, decirle “basta al narcotráfico, al sicariato y a los caminos fronterizos sin control”.

Bagayeros cruzan el río Bermejo en una balsa, a la vista de todo el mundo. Foto Maxi Failla / Enviado especial

Aún sin ese muro que promete tener un alto de más de dos metros coronado de alambre de púas, lo que se ve es una imagen cotidiana. La calle 1° de Mayo es la última de Aguas Blancas, y sobre ella es que se resume todo: están los que venden, los que quieren cruzar ilegalmente, los que cobran peaje para que sus casas se usen como puntos ciegos para burlar a las tres fuerzas federales que están en el territorio: Prefectura, Gendarmería y la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA).

Clarín recorre Aguas Blancas bajo un calor extenuante, y en las calles lo que parece reinar es la sensación de sentirse amenazados. Especialmente los bagayeros, esos que cruzan doblados sobre sus cuerpos de un lado al otro del Bermejo para revender productos que ingresan de forma ilegal al país.

Para una parte de la gente de Aguas Blancas la iniciativa de Sáenz y del interventor municipal Adrián Zigarán parece algo que atenta contra la lógica comercial que conocen y que no piensan soltar. El enojo se puede resumir en que “por los que trafican drogas, pagan todos”. Pero no se cuestionan que la cantidad de mercadería que pasan (electrodomésticos, ropa, zapatillas, por dar algunos ejemplos) también entra como ilegal.

Un «chanchero» cruza a flote el río que une separa Argentina con Bolivia, en Aguas Blancas, Salta. Foto Maxi Failla / Enviado especial

“Nos atan las manos, esto que van a hacer no sirve de nada. Alambrás 200 metros y los (contrabandos) fuertes van por otro lado, salen por el río a unos kilómetros de acá. Acá salen los que menos cosas traen. Esto solo perjudica a los que trabajamos y pagamos impuestos, que no vamos a tener gente por acá. Yo, los que venden en los puestos, muchos perdemos trabajo”, lanza Gregorio Jurado, quien hace 35 años oficia de taxista en la localidad salteña.

Para otros habitantes, el problema del narcotráfico es más palpable y no le rehúyen al plan, porque como dicen ellos mismos: “Para que haya un Rosario, tiene que haber primero un Aguas Blancas, o un Salvador Mazza (otro paso fronterizo entre Salta y Bolivia)”.

La PNA está fija frente al control fronterizo legal, y patrulla con móviles que recorren los 200 metros de la polémica, a la vez que se instala con gazebos sobre la costa frente al Bermejo. Acaparan lo que pueden, pero la fuerza del río lleva lejos de su alcance a los que buscan alternativas para no pagar.

La ciudad boliviana de Bermejo vista desde Aguas Blancas. Foto Maxi Failla

“Acá estamos empezando a poner un orden, ¿es la solución al problema? No, pero esta es una acción menor que integra el Plan Güemes. Si no entendemos que este es un problema colectivo, y no que hay salvaciones individuales… eso es lo que no entienden. Podés pasar toallones, pero no pasés cocaína”, sostiene el interventor de Aguas Blancas, Zigarán, en conversación con Clarín.

El plan, según detalla Zigarán, es generar un cerrojo en forma de L, en donde las fuerzas federales eviten que las personas circulen hacia el sur de la terminal, bloqueando ese paso, y obligando a que recorran el perímetro del alambrado hacia las oficinas de Migraciones.

El llamado a licitación para la ejecución del alambrado perimetral ahora espera que el martes 4 de febrero acabe el plazo para presentar ofertas y después se procederá con la adjudicación para el avance de la obra.

La palabra del intendente de Orán

Para Baltasar Lara Gros, intendente de Orán, el alambrado de la polémica “canalizaría a las personas para que todas vayan por una vía formal de Migraciones y de Aduana y no como existe hoy, que por cuestiones geográficas pueden pasar, pueden evadirlo de manera muy fácil y requiere la presencia de las fuerzas federales las 24 horas a lo largo de toda una vera del río. Si bien existe ahora con el refuerzo del plan Güemes, esta obra va a facilitar mucho más ese control”.

Van a hacer un cerrojo en L para obligar a los pasantes a pasar por la aduana. Foto Maxi Failla / Enviado especial

En diálogo con Clarín, admitió que “hay personas que no están de acuerdo con esto por la cuestión de que se ve amenazada su fuente laboral. En algunos casos, algunas personas que comercian trayendo mercadería del otro lado de la frontera, del otro país, que es mucho más barata y para revender aquí en Argentina. Pero la gran mayoría de las personas están de acuerdo con el plan Güemes que tiene como objetivo final una lucha seria contra el narcotráfico”.

El intendente del vecino municipio de Orán (al que Aguas Blancas perteneció hasta 2015) aseguró que Argentina reforzó el control fronterizo en Migraciones, pero cargó contra el gobierno boliviano por no cumplir su parte.

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El interventor de Aguas Blancas le respondió a Bolivia por el alambrado

“Sigue con un operador en el área de Migraciones generando un cuello de botella muy fuerte cuando se quiere canalizar a todas las personas por la vía formal. Esa es una de las principales causas por la que decimos que hay una falta de cooperación y colaboración por parte de Bolivia en esta firme decisión de tener una frontera más controlada y más segura”, afirmó.

Según Lara Gros, Migraciones del lado argentino se hace en pocos minutos, pero del lado boliviano se arman largas filas y “eso lleva a que mucha gente empiece a buscar alternativas y eludir los controles para pasar más rápido”.

Respecto del vallado, el intendente apuntó que es un primer tramo “netamente en suelo argentino” y admitió que “después de un tiempo se va a tener que ampliar porque no alcanza solo con 200 metros” ya que “la frontera con Bolivia es muy extensa, pero este es uno de los puntos donde hay mayor tráfico de gente y de mercadería”.

“Esas personas hoy, por cuestiones geográficas no van por el canal formal, lo eluden y van por un canal informal. Para el control se requiere mucho personal de fuerzas federales: esta barrera física haría que sea imposible de eludirlo y todas las personas tengan que ir de manera obligatoria por el canal formal«, concluyó.

El rechazo de Bolivia y la defensa de Nación

El gobierno de Bolivia no hizo esperar su rechazo. En un comunicado, el Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado Plurinacional de Bolivia expresó «su preocupación ante el anuncio del Gobierno de Argentina de instalar una cerca de 200 metros en la frontera» y reclamó que «los temas fronterizos deben ser tratados por medio de mecanismos de diálogo bilaterales establecidos entre los Estados para encontrar soluciones coordinadas a temas en común».

«Cualquier medida unilateral puede afectar la buena vecindad y la convivencia pacífica entre pueblos hermanos», manifestó la Cancillería boliviana.

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, respondió a estas críticas y aseguró que “no es un tema fronterizo”. «Estamos cambiando una pared que ya existía por un alambre más alto, para que no puedan cruzar directamente a la terminal de ómnibus”, enfatizó.

Prefectura controla el cruce del Río Bermejo, en la frontera con Bolivia. Foto Maxi Failla / Enviado especial

Y adelantó que también se van a incrementar los controles en los cruces con Brasil para fortalecer de a poco todos los pasos fronterizos que existen en el extenso territorio argentino.

“Además de Bolivia, tenemos pensado extendernos hacia otros puntos limítrofes. Ahora vamos a ir a la frontera en Misiones con Brasil, donde se pasa caminando en muchísimos lugares, y donde hemos tenido sicariatos y problemas”, anticipó este martes en declaraciones radiales.

El alambrado en Aguas Blancas fue también respaldado por Javier Milei, quien en X retuiteó un posteo de Sánz de un encuentro con la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello. «Excelente el gobernador Gustavo Sáenz y las ministras Bullrich y Pettovello trabajando en resolver problemas concretos de los salteños tanto en materia de seguridad como de asistencia», escribió el Presidente.

Aguas Blancas. Enviada especial

AS / MG

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