En un contexto de grave crisis económica y con el Banco Central de la República Argentina (BCRA) enfrentando una severa escasez de reservas, el gobierno de Javier Milei anunció la renovación del swap de monedas con el Banco Popular de China (PBOC). Este acuerdo, que asciende a 35 mil millones de yuanes (equivalentes a 5 mil millones de dólares), se extenderá por un año adicional, hasta mediados de 2026.
El swap de monedas entre Argentina y China, establecido inicialmente en 2009 y renovado en varias ocasiones, ha sido presentado por el gobierno como un «respaldo» para enfrentar los desafíos económicos actuales. Sin embargo, este acuerdo no se trata de una solución estructural para los problemas de fondo, sino más bien de un parche en función de las políticas de ajuste que profundiza la dependencia económica del país.
El Banco Central, cuyas reservas brutas se encuentran por debajo de los 25.000 millones de dólares, depende de este tipo de acuerdos para sostener su política monetaria y cambiaria. De hecho, el swap con China representa más del 70% de dichas reservas. Esto no solo refleja la fragilidad de la economía argentina, sino que también evidencia cómo los intereses de las grandes potencias, en este caso China, condicionan las decisiones soberanas del país.
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Dependencia y subordinación
Estos acuerdos refuerzan la subordinación de Argentina a los intereses de las potencias extranjeras. Durante su campaña, Javier Milei criticó duramente las relaciones con China, calificándola como una «dictadura comunista». Sin embargo, una vez en el poder, ha dado un giro de 180 grados, priorizando la renovación del swap y manteniendo las relaciones económicas con el gigante asiático.
Este cambio de postura no es casual. La desesperada necesidad de reservas y la presión de los mercados financieros internacionales llevan al gobierno a aceptar condiciones que profundizan la dependencia. Al mismo tiempo, la deuda externa fraudulenta sigue siendo el principal mecanismo de saqueo y dominación, profundizando el atraso económico y social del país.
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La deuda externa: el verdadero lastre
La deuda externa de Argentina, en la que se enmarcan tanto los acuerdos con el FMI como los compromisos con China, es un mecanismo que perpetúa la transferencia de recursos de las mayorías trabajadoras hacia el capital financiero internacional. Esta deuda nunca benefició al pueblo trabajador, sino que ha sido utilizada para financiar la fuga de capitales, los negocios especulativos y los intereses de las grandes empresas.
El nuevo programa que el gobierno de Milei busca cerrar con el FMI, por un monto de 20 mil millones de dólares, no es más que una continuación de esta política de sometimiento. La salida para romper con este círculo vicioso es desconocer soberanamente la deuda externa y establecer un modelo económico al servicio de las necesidades de las grandes mayorías.
Terminar con la dependencia
Frente a este panorama, desde el Frente de Izquierda proponemos medidas concretas para enfrentar la crisis: el desconocimiento soberano de la deuda ilegítima, la nacionalización de la banca y el comercio exterior, y el establecimiento de un plan económico dirigido por y para las trabajadoras y trabajadores.
La renovación del swap con China y las negociaciones con el FMI no son más que parches que perpetúan un modelo económico basado en el ajuste y la explotación. Es hora de romper con esta lógica y avanzar hacia una alternativa que priorice a las mayorías por sobre los intereses del capital financiero.