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sábado, abril 12, 2025

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Maura Delpero: una radiografía de la Italia profunda

Equilibrada combinación de poesía rural, drama contenido y descubrimiento femenino de la vida, “Vermiglio”, reciente candidata al Oscar, se exhibirá mañana y el domingo en Cinepolis Recoleta, integrando la 11ª. Semana de Cine Italiano. Junto a la película está Maura Delpero, la directora, que sorprende en primer término por su manejo fluido y perfecto del castellano, y luego por la forma natural con que ha sabido combinar trabajo y maternidad. De esto hay una anécdota muy simpática, contada por un miembro del equipo. Dialogamos con ella:

Maura Delpero: Nací en Bolzano, estudié literatura italiana en la Universidad de Bolonia, trabajé en Roma, pero un día vine a dar clases en la Escuela Cristoforo Colombo, barrio de Belgrano, me gustó la Argentina, vine de nuevo, y empecé a viajar cada vez más seguido. Ahora tengo dos corazones. Mi película anterior, “Maternal”, coproducción entre ambos países, se filmó enteramente aquí, con elenco local. Para “Vermiglio” intentamos hacer otra coproducción, pero es una historia demasiado europea, ambientada en 1943-45 en una pequeña comunidad de los Alpes Italianos.

M.P.: Pasó de veras. Muchos pobladores de Vermiglio y de Trento viajaron hasta la otra punta del mundo ilusionados por una falsa promesa, porque les dieron tierras, pero improductivas. Parten el alma las cartas que mandaban contando su decepción. Años después varios se instalaron en Argentina y Brasil.

P.: También pasaron de veras las costumbres campesinas, la religiosidad, el ocultamiento de soldados desertores, los reencuentros a veces conflictivos en la posguerra, los prejuicios, y la inocente vida cotidiana de las hijas del maestro del pueblo, esas cosas que usted revive y que emocionan.

M.D.: El maestro está directamente inspirado en mi abuelo. El maestro, el cura y el médico eran las figuras dominantes de todo pueblo, para bien y para mal. Lo interesante es que él era nacido allí mismo en Vermiglio, pudo ser un campesino más, pero se le había dado por estudiar y en especial se le dio por transmitir lo que había aprendido.

P.: Su orgullo de ser el maestro del pueblo le hace sentir fastidio por el hijo mayor, que es medio burro.

M.D.: Pero que tiene mucha inteligencia emocional, él es una de esas personas que no se van a dormir sin antes ver que todos los demás estén bien, y bien acostados. La madre se da cuenta de eso y siempre lo defiende frente al padre.

P.: Y es el que deduce dónde puede haber ido la hermana en un momento de desesperación. Así que el maestro está inspirado en su abuelo…

M.D.: Y Pietrin, el hijo menor, el más curioso y más despierto, está inspirado en mi padre (se ve el amor que le tengo). También hay algo de mi abuela, que perdió dos hijos, y algo de mi mamá, pero no en forma deliberada, al contrario, yo iba escribiendo el guión e inconscientemente aparecían cosas de la historia familiar como un hilo rojo que me iba llevando. Después hay un tema que ya aparece en mis últimas películas: chicas a las que por distintas razones les cuesta hacerse cargo de su maternidad.

P.: A la chica de su película, el primo se acerca y le toma la mano.

M.D.: Al haber vivido la guerra está más sensible que los otros al dolor de las personas. Fíjese, él es el único que tiene un gesto de comprensión hacia ella, porque, como dicen acá, “pueblo chico, infierno grande”. En pueblo chico uno se siente contenido, pero es un riesgo cuando pasa algo y todos te juzgan, y juzgan a tu familia. En la ciudad una mujer quedaría más sola, pero más libre.

P.: Los personajes hablan el dialecto de esas montañas, el desertor siciliano habla otro, el cura y los monaguillos hablan en latín, a veces algunos hablan italiano, ¿cómo se dio esta película en Italia?

M.D.: Se dio con subtítulos. Cuando “Vermiglio” todavía era un proyecto, algunos me pidieron que los personajes hablaran “un dialecto blando”, pero yo quería ese realismo, porque el dialecto los representa y así como hablan de otra forma también pareciera que piensan de otra forma.

P.: Y eso afirma la sensación de estar viendo realmente lo que pasaba en esa época. ¿Pero es cierto que los dialectos regionales siguen teniendo tanto peso en Italia?

M.D.: Es algo natural. … Hoy todas las personas hablan italiano todo el día, pero en la cama no van a hablar italiano.

P.: ¿Justo en la cama? ¿Y qué pasó con “Los novios”? Decían que la lengua italiana se afirmó en el siglo XIX gracias a esa novela romántica de Manzoni y ahora la olvidan justo en la cama.

M.D.: La que ha impuesto definitivamente la lengua italiana no fue una novela romántica, sino la llegada de la televisión en los años ’50.

P.: Qué tristeza. Algo me recuerda que usted hizo, años atrás, un documental llamado “Señores profesores”.

M.D.: Y que se inspira en mi primer año como profesora de literatura italiana, cuando no sabes qué se espera de vos, y estás ahí sola frente al aula. Luego estuve varios años en la trinchera. He visto la soledad de los profesores. En el documental hay jóvenes que van a otra ciudad lejos del hogar para conseguir mayor puntaje, que se preguntan cómo interesar a los alumnos cada vez menos atentos, he visto profesores llorar desilusionados y preguntarse si realmente quieren seguir en la docencia, si realmente eligieron bien su profesión, y también he visto una docente en su último año de carrera, a punto de jubilarse. Por suerte los chicos de la escuela Colombo son todos muy aplicados, chicos bien educados.

P.: ¿Cómo apareció un argentino, Santiago Fondevila, en su película?

M.D.: Fondevila es mi socio productor, es un actor de mi película (hace el personaje del primo) y, tengo que admitirlo, es mi esposo. Es un loco como yo, un luchador como yo, juntos vivimos esta experiencia de hacer una película muy a pulmón, con mucho trabajo en un territorio como el de Vermiglio, a 1.200 metros de altura, una experiencia muy linda y muy difícil, porque además teníamos un bebé chiquitito.

P.: ¿Un bebé?

M.D.: Y si, los nenes y las financiaciones para hacer una película salen cuando salen. Los abuelos paternos fueron desde la Argentina para ayudar, pero había algo que solo yo podía hacer, y lo comentó el director de fotografía en una entrevista que le hicieron. El dijo a un medio polaco, “Yo de esta película no voy a olvidar que de pronto, en pleno rodaje, la directora sacaba la teta para amamantar a su bebé mientras nos seguía dirigiendo”.

P.: Ah, la felicito, eso en Hollywood ninguna directora se animaría.

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