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martes, abril 15, 2025

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El regreso de los moderados

En 1957 se publicó Una teoría económica de la democracia, un tratado escrito por el economista Anthony Downs, que fue pensado para ser leído en clave política. El ensayo planteaba un innovador modelo analítico, que partía desde la teoría económica pero tenía la inocultable pretensión de ser aplicado en la toma de decisiones políticas. Downs explicaba entonces que, tal y como se establecen los equilibrios en la economía, en base a la oferta y a la demanda, la elección de candidatos en una campaña electoral siempre terminará gravitando hacia las posturas más mesuradas, que son las que prefiere el votante de centro.

Miembro de la Academia Nacional de Administración Pública, docente de la Universidad de Chicago e investigador principal del Instituto Brookings de Washington y del Instituto de Políticas Públicas de California, Downs advertía que, así como los precios desorbitados tienden a desaparecer en el libre mercado porque no consiguen compradores, un sistema democrático consolidado terminará rechazando las posturas extremas porque primará la suma de voluntades emitidas por un tipo de votante racional y moderado.

El también autor de La ley de Downs –que predijo que la ampliación de las autopistas no reduciría la congestión del tránsito, ya que aumentará la demanda de automovilistas, y que la reducción de la velocidad permitida incrementará la cantidad de vehículos sobre esa autopista–, sostenía que si en la tabla de distribución ideológica de una elección determinada se priorizaban los puntos extremos de esa oferta partidaria, la mayoría de los votantes terminarán siendo extremadamente progresistas o extremadamente conservadores, y en ese contexto la tendencia hacia el equilibrio político sería muy difícil de alcanzar, ya que los candidatos que representan el consenso podrían ser penalizados.

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Pero el cientista social, que fue célebre por desarrollar la idea de la teoría de la elección racional, también advertía que el propio sistema electoral irá depurando aquellos extremos que pueden surgir en determinados momentos de crisis, porque las propuestas moderadas terminan siendo en última instancia la mejor receta para alcanzar el desarrollo de un país, ya que una sociedad tendrá mayor estabilidad política, económica y social si las posturas políticas presentan una menor amplitud ideológica entre las propuestas electorales.

¿Por qué reparar en Downs y en su tratado a favor de la moderación política, que fue escrito a mediados del siglo pasado? Porque el escenario de polarización extrema del que parte su filosofía se asemeja mucho al que vivió Argentina recientemente: aquella fórmula fue convalidada en la última elección presidencial de 2023, en la que el electorado premió a los candidatos extremos y permitió que triunfara el discurso de radicalización contra el propio sistema político, sintetizado en la parábola de la casta. Javier Milei es el resultado de la teoría de Downs.

Pero algo puede estar cambiando en el mapa político argentino. Y por eso es necesario volver a mirar a Downs.

Javier Milei es el resultado de la teoría de Anthony Downs.

Ocurre que algo se está modificando por estas horas en el sistema político local. Se trata de una pequeña alteración que podría generar un cambio muy profundo en este año electoral. Y es un paradigma que permite conectar directamente con la hipótesis downsoniana. Porque tanto en el polo conservador como en el polo progresista de la política argentina se ha iniciado una incipiente revolución: es la hora del regreso de los moderados.

En el núcleo que agrupa a los votantes de La Libertad Avanza y del PRO se ha consolidado una ruptura. En el PRO sostienen que la propuesta que los Milei ofrecen a los Macri se divide en tan solo dos opciones: tierra o nicho. En el círculo que rodea a los primos Mauricio y Jorge entienden que los hermanos Javier y Karina no están dispuestos a ningún tipo de alianza posible, ni en la Ciudad de Buenos Aires, ni mucho menos en la Provincia.

Por lo que se muestran ante el electorado como la oferta republicana, institucional y dialoguista frente a lo que señalan como la iracundia, el insulto y la violencia que se emana desde las Fuerzas del Cielo. En el PRO se presentan, de esa forma, como una derecha de centro, racional y democrática. En definitiva, una derecha moderada.

Por otro lado, también en el núcleo que agrupa a los votantes del Frente de Todos se observa una ruptura. Axel Kicillof confirmó el quiebre con los Kichner porque entiende que es el único camino posible para su supervivencia política: Kicillof sostiene que no puede ni siquiera seguir siendo gobernador bonaerense si no muestra autonomía frente a Cristina y frente a Máximo.

Por lo que se presenta como una renovación ampliada (una nueva canción) que tenga legitimación para retomar el legado que inició Néstor pero sin las desviaciones que, interpretan, protagonizaron Cristina y La Cámpora. Así, en el entorno de Kicillof se ofrecen como la mejor propuesta para la actualización de un espacio progresista de centro, racional y democrático. En definitiva, un progresismo moderado.

¿Cuál será el resultado que tendrá el ejercicio de autonomía del PRO y de Kicillof, frente al liderazgo de Milei y de Cristina? Es muy prematuro aún poder dar respuesta a ese interrogante, pero lo novedoso es que por primera vez se observa en la Argentina un proceso de debate interno dentro los dos principales espacios de poder. Curiosamente, es un fenómeno que se produce en paralelo y durante el comienzo de un año electoral. Por lo que sus consecuencias políticas son impredecibles.

Y lo más sorpresivo, e interesante a la vez, es que no se trata de una confrontación en la que dentro de cada núcleo político se enfrentarán posturas ideológicas divergentes, sino que la diferencia estará puesta en el acento que tendrá el tono para llevar a cabo esas propuestas. En la disonancia PRO/Milei y Kicillof/Cristina no se discutirá el qué sino el cómo. Y es ahí donde reside la originalidad del paradigma que se avecina.

En Laberinto político Milei, un muy interesante ensayo político que acaba de publicar Liliana de Riz, la socióloga fue discípula de Gino Germani y se formó con Tulio Halperín Donghi, sorprende con un análisis que anticipa lo que puede venir en la Argentina en los próximos años: un polo mileísta enfrentado a un polo antimileísta, con la particularidad que dentro de cada coalición podrían convivir radicales, peronistas y votantes del PRO.

Lo distintivo de ese nuevo panorama, advierte De Riz, serán entonces los clivajes que podrían separar a cada alianza. La diversidad ya no será Estado-mercado, sino republicanismo-no republicanismo y democracia-autoritarismo.

Habría que agregar una tercera disputa. Quizá la más importante: moderación-antimoderación.

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