Los comicios de hoy, en los que se elijen representantes para los distintos estamentos legislativos en la provincia de Buenos Aires, coloca al Gobierno frente a un test de alto impacto en sus consecuencias políticas y económicas. El oficialismo llega a esta instancia complicado por un verdadero cisne negro que lo está afectando desde hace ya tres semanas: los audios del extitular de la Agencia Nacional de Discapacidad, Diego Orlando Spagnuolo, en los que se lo escucha hablar de coimas que terminarían en Karina Milei, “el Jefe”.
El oficialismo se encuentra enredado en una especie de torbellino del cual demuestra no saber o no poder salir. La consecuencia directa de esta situación es que, en estos últimos veinte días, ha perdido tanto la iniciativa como el control de la agenda política. Por ello intentó, a comienzo de la semana, desviar la atención sobre los audios de Spagnuolo. Lo hizo por medio de una maniobra burda que no le dio resultado. Fue la denuncia por espionaje ilegal contra Karina Milei motorizada por Patricia Bullrich, con una pretensión de que se avanzara contra el canal de streaming Carnaval y alguno de sus periodistas que habían difundido los audios, supuestamente grabados en la mismísima Casa Rosada, en los que se escuchaba a la hermana del Presidente. Nada específico pero evidencia suficiente de la omnipresencia que despertó la paranoia. Esto incluía la pretensión de allanamientos de los domicilios de Jorge Rial y de Mauro Federico. La denuncia encontró eco en el cuestionadísimo juez civil y comercial federal Alejandro Maraniello, el instrumento para llevar adelante este intento de censura previa expresamente prohibido por la Constitución Nacional, que se frustró gracias a la decisión del fiscal federal Carlos Stornelli. El hecho generó la preocupación de todas las organizaciones y asociaciones de medios y periodistas del país, que demoraron un minuto en salir a repudiar el intento. Es sorprendente ver a Patricia Bullrich, que supo acompañar a los periodistas y medios que sufrieron este tipo de persecución durante el kirchnerismo, patrocinar una medida como esta. “Lo de Patricia tiene la fuerza de los conversos. Un impulso irracional que solo se explica en una sobreactuación tan obvia como superficial”, reflexionó una diputada que había participado junto a la ahora ministra en las cruzadas contra los embates de CFK y sus secuaces. Su papel fue tan sorprendente como lo fue su silencio frente a la presencia de los barrabravas que asistieron al desvaído acto de cierre de campaña que encabezó el Presidente en el club de Moreno. La primera conclusión es desalentadora: la política se sigue sirviendo de esa mano de obra oscura que ofrece su fuerza de choque al mejor postor. Siendo titular de la cartera de Seguridad, ¿qué le costaba disponer de fuerzas lícitas que reforzaran el apego a lo institucional? Un paréntesis más: la organización y desembarco del oficialismo en uno de los partidos más complejos del Oeste también estuvo en manos de personajes y punteros que, en otras circunstancias, apoyaron a lo más rancio del peronismo local. Peor que la casta, o mejor dicho, lo peor de la casta al servicio de quienes nos convencieron de que venían a combatirla. La falta de figuras propias tiene un costo incalculable para los libertarios. Por eso esta elección y la de octubre serán de vital importancia para blindar con nombres propios todo el entorno legislativo y, fundamentalmente, territorial.
Todos los consultores que están trabajando para el Gobierno haciendo encuestas y relevamientos de opinión pública reconocen que el caso de los audios con las denuncias de Spagnuolo ha dañado al oficialismo. “Aun quienes votaron a Milei con las dos manos antes que darle su apoyo a Sergio Massa se sienten con algún grado de desilusión. Sin embargo, esas almas descontentas no encuentran otro representante para apoyar. De ahí que, en su discurso de cierre, el presidente Milei haya marcado en cinco oportunidades la importancia de salir de casa para ir a votar. El ausentismo es uno de los fantasmas más temidos por los libertarios frente al aceitado aparato del peronismo. A eso hay que agregarle el clima de disputa interna que, en algunos casos, llega a la riña. El episodio más repulsivo y demostrativo de esto es la brutal pelea que se desató entre el jefe de Gabinete de Ministros, Guillermo Francos, y el así llamado “Gordo Dan”, nombre de batalla del influencer libertario Daniel Parisini. El hombre de las redes detrás del teclado, que responde a Santiago Caputo, acometió con una repudiable bajeza contra el senador Luis Juez, cuya hija de nombre Milagros padece una discapacidad. Ante semejante ataque, Francos salió a cruzarlo, dejando así al desnudo las internas feroces que atraviesan al Gobierno.
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No hay una evidencia clara de que el Gobierno termine de darse cuenta de lo que está en juego en las pocas semanas que van de aquí al 26 de octubre próximo. Es algo que está a la vista de todos, porque desde la oposición, el kirchenrismo no lo oculta: es el operativo helicóptero.
Los otrora “pibes para la liberación” esperan el momento justo para atacar y el Gobierno les ha regalado una nueva vida justo cuando más la necesitaban. Pero la torpeza sigue visitando con frecuencia sus embates con aire a manotazo de ahogado. El comunicado que emitió el gobierno de Axel Kicillof, donde pretendió desentenderse de la seguridad en su tierra para sembrar el caos en el cierre libertario, fue tan inverosímil como repudiable. Esperemos que tengan la decencia de mantener el orden institucional en un día tan importante para la democracia.