El equipo económico reflexiona: no solo por el dólar, los precios y el riesgo país. También el clan incluyó en sus meditaciones el malogrado tema de la comunicación. Un fracaso para sus intereses, esa asignatura parece menos resuelta que el secreto de las Pirámides, aunque sea manejada por otros expertos imberbes que suelen repetir una consigna: gracias a las redes y a nosotros, Javier Milei llegó a la Presidencia. Responsable obvio de esa teoría, Santiago Caputo & Cía., en litigio perpetuo con otra banda gubernamental que se reconoce en “el Jefe” Karina Milei. Dañina contienda hasta ahora para un Ejecutivo que mañana por la tarde pronunciará en cadena un discurso clave para su futuro, con la excusa de borronear un Presupuesto y confirmar la dirección económica de su gobierno. Justo cuando nada parece alcanzar, se tienen menos certezas que Descartes –quien al menos tenía tres– y abundan los fabricantes de dudas sobre la estabilidad: rociadas desde la vicepresidenta Victoria Villarruel, quien espera una bendición divina; gobernadores ávidos y despechados –opinión del Gobierno–; opositores de calañas diversas; empresarios arrastrados por la ola del disgusto y el atraso cambiario; y medios de comunicación influyentes. Aunque habrá que reconocer que el origen del universo no se encuentra en esos factores. Y el factor Milei tal vez se desnude mañana: los jefes de Estado siempre tienen una oportunidad.
Para colmo, la calle no acompaña, tampoco los estribillos en las canchas de fútbol
El jueves, cuando cierta recuperación financiera volvía a reinar en los mercados luego del tremendo aluvión del lunes por culpa de los resultados electorales en la provincia de Buenos Aires, el clan del Palacio de Hacienda y el Banco Central apareció en la pantalla por una vía de transnochado título: el canal Carajo. Esa transmisión, durante una hora, con la voz oficial de Caputo, Bausili, Furiase y Dazza, impresionó con una versación técnica sobre las medidas del Gobierno que al menos merecía otra dimensión, no tan doméstica y de secta. Pero incurre el team en añejas costumbres del encierro: el concepto de que es mejor cuanto más chico se constituye el círculo, desprecio hacia los que no cursaron ciertas universidades y furia contra aquellos que sí las cursaron, pero no comparten criterios. El saldo: esas explicaciones del jueves no le llegaron a nadie, ni a los que el curso económico les afecta el negocio, ya que el viernes se desmoronaron títulos, acciones, riesgo país y tipo de cambio. Para la apertura de mañana planea una expectativa de dudosa tranquilidad en los precios. No es lo que pensaban los cuatro, sonrientes y ocurrentes, sabihondos, cuando terminaron el programa y se dejaron idolatrar por la comparsa del gordo Dan, fascinados claramente con las alocuciones televisadas. Algo semejante a lo que ocurrió en tiempos de Martínez de Hoz, cuando Ricardo Arriazu desplegó en una reunión la conveniencia de no devaluar, mientras Juan Alemann y Alejandro Estrada pensaban diferente. Pero, confesó luego Alemann con sinceridad: “Fue tan elocuente Arriazu que no supimos oponernos”. Habrá que pedir perdón, sin embargo, por comparar el nivel de Estrada y el finado Alemann con la muchachada de Caputo, quien no pudo mojar en las listas y tampoco sabe explicar el desamor juvenil con Milei de ese sector en el último comicio bonaerense. Justo ellos, que lideraban una tropa de menores de 35 y desechaban otra de superior edad, que todos los días pierde un integrante.
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Para colmo, la calle no acompaña, tampoco los estribillos en los estadios de fútbol o en los recitales, cuya mayor diversión consiste en cánticos contra allegados a Milei, en particular la hermana, como si ingenuamente fuera ella la culpable de todos los males. Por su parte, la guerra interna se mantiene: Karina versus Caputo. Hasta dicen que éste asesora también al futuro presidente de River (Di Carlo) junto a la pareja Rodolfo D’Onofrio-Zulemita Menem. Por si fuera poco, alguno arriesga que el consultor monotributista le dijo al mandatario: “Mirá Javier, hasta aquí llegué”. Difícil explicar esa manifestación, aun si fuera cierta. A cambio, fustigan a “Lule” Menem y le endosan ambiciones desmedidas, algunas non sanctas referidas a operaciones comerciales, y sostienen que no abandona el poder que antes tenía y que ni siquiera le importa la llegada del nuevo ministro del Interior, Lisandro Catalán. Gatopardismo al cubo: que nada cambie aunque parezca que todo cambia. Por el contrario, “Lule” recibe antes a los gobernadores que el recién llegado al cargo, se queda con las carpetas de lo que reclaman y le atribuyen la frase: “Sea lo que sea, tienen que arreglar conmigo”. Delicioso.
Mientras tanto, la guerra interna se mantiene entre la hermana Karina y el monje Caputo
Otra semana se avecina con marchas –ya tildados como feriados los miércoles– y concentraciones, jornadas de protesta frente a un Congreso que se vanagloria de un poder que, luego de las elecciones, estará más reducido aunque le vaya pésimo al mileísmo. Pero hoy existe una carrera para limar a Milei y sus vetos. Confluyen afuera los dirigentes universitarios, los empleados del Garrahan, los jubilados. Protestas y reclamos de plata con más o menos justicia. Muchos juran que sería oportuno un encuentro político entre Mauricio Macri y Milei, al menos para reestructurar el gabinete y darle otro oxígeno. Ayudó a esa versión una frase de acercamiento que produjo la candidata Patricia Bullrich. Pero no hubo comunicaciones, reconocen las partes. El ingeniero de Boca Juniors piensa viajar hasta octubre y apareció en los diarios por un encuentro con su enemigo interno, Horacio Rodríguez Larreta, luego de que se saludaran amablemente en el festival de Clarín en el Teatro
Colón. Al parecer resultó una casualidad lo de Tabac la semana pasada: Mauricio fue a desayunar con su primo Angelo Calcaterra –quien tiene esa práctica todas las semanas– y por allí pasó Rodríguez Larreta para otra entrevista. Se saludaron gentilmente, nada más. Puede creerse en esa casualidad: los dos primos parecen afectados
por la Justicia –a Angelo le rechazaron comprar con plata la pena de prisión por la causa cuadernos– y, en simultáneo, decidió vender su poder accionario en el banco Interfinanzas, presuntamente a un grupo que encabeza la familia Sáenz Valiente. Es un banco que suele pasar de una mano a otra.