“¿Cuáles serían los puntos del proceso pre y/o post liberación del lote al mercado donde podría adulterarse el producto…?” El “producto” en cuestión es el fentanilo contaminado con bacterias; la pregunta se la hizo a sí mismo -como un recurso retórico antes de contestar- el propio instituto Malbrán, en un escrito al que accedió Clarín, donde el laboratorio de referencia nacional contesta dos interrogantes clave que le había pedido responder la defensa de Ariel García Furfaro, el dueño de los laboratorios Ramallo y HLB, y el principal imputado en la causa que investiga 96 muertes de pacientes en distintos hospitales del país.
Desde la defensa, quien formuló las preguntas al Malbrán fue el abogado Gastón Marano. De los 17 imputados en esta causa, el hombre representaba a cinco, pero ahora sólo a cuatro, explicó a Clarín, antes de enumerar a García Furfaro y a sus dos hermanos Diego y Ariel, y a un asesor externo de los laboratorios cuestionados, Javier Tchukran. «Dejé la defensa de la madre (Nilda Furfaro) porque era un gran caudal de trabajo y ella, que es una mujer mayor, tenía requerimientos propios», contó, en un diálogo en el que se mostró confiado con respecto al devenir de la causa y de sus defendidos.
En el escrito del Malbrán al que accedió Clarín y que este miércoles entró al expediente que lleva adelante el Juzgado Federal Nº3 de La Plata, el Malbrán contestó, como se dijo, dos preguntas centrales. La más jugosa es la segunda, en la que la defensa le pidió al instituto que, luego de haber analizado “la máquina utilizada para la producción del fentanilo contaminado, los expertos se expidan” en dos direcciones.
Por un lado, sobre las instancias del proceso productivo en que una contaminación así podría haber ocurrido, y cómo. Por otro, sobre la posibilidad de que la contaminación pudiera haber ocurrido “adrede”, palabra que, en su respuesta, el Malbrán luego reformula con la imagen de un «sabotaje».
La primera pregunta que hicieron los García al Malbrán también despierta mucho interés. Le pidieron (casi como un desafío) al instituto que hiciera un relevamiento a nivel global de casos de contaminación de bacterias multirresistentes a antibióticos (como las relevadas ahora: Klebsiella pneumoniae y Ralstonia variicola, aunque hasta hace poco se pensaba que era Ralstonia pikettii) en un “laboratorio y/o ámbito aséptico”.
Subyace la presunción de que algo así es imposible, salvo que haya habido una acción maliciosa o accidental de un tercero, remarcó Marano a Clarín.
Con respecto a este punto, el Malbrán dijo que existen precedentes de este tipo de eventos, que constituyen “un riesgo microbiológico posible, con alto impacto o gravedad de daño para las personas, los bienes o el entorno”, pero resaltan “la complejidad de encontrar bibliografía disponible relacionada con esta contaminación explícita y detallada», dada “la falta de rutina en la identificación precisa de los microorganismos contaminantes”.
Dicho de otro modo, el instituto explica que hay antecedentes de este tipo (y los documenta) pero destaca que, cuando ocurren, no suelen investigarse a fondo, como para identificar la potencial presencia de bacterias multirresistentes. Adjuntan un informe de la FDA, en el que «sobre el total de recall de inyectables estériles realizado entre 2012 y 2019, aproximadamente en el 87% de los casos no se identificó el microorganismo causante de la contaminación”.
Fentanilo: dónde y cómo pudo haber ocurrido la contaminación
La defensa de García Furfaro se adelantó a consultarle al Malbrán en qué momento del proceso se pudo haber provocado la contaminación de las más de 300.000 ampollas de fentanilo contaminadas y de qué manera.
Tocaron, sin dudas, un punto nodal en esta causa, en la que la Justicia no sólo debe determinar (a través de los informes del Cuerpo Médico Forense) si las 127 presuntas víctimas (de las que 96 murieron) vieron su salud sustancialmente afectada por el fentanilo contaminado, sino también de qué manera se produjo la contaminación de la solución farmacéutica. Sólo en esa instancia se podrán evaluar posibles responsabilidades.
El Malbrán contesta de un modo sistemático y detallado, recorriendo las distintas instancias por las que atraviesa una droga en su fabricación, desde el momento en que se trabaja la materia prima hasta que, ya envasado el medicamento, se distribuye.
En cada una de esas postas, van abriendo puertas y analizando posibilidades: primero el dónde, y luego, el cómo. Lo hacen con una redacción cuidada, que no los compromete con afirmaciones livianas, pero que tampoco omite las muchas desprolijidades en materia de producción cometidas por los laboratorios Ramallo y HLB, según el propio Malbrán había documentado en un lapidario informe en el que analizaron los batch records de esas firmas.
Dónde se contaminó el fentanilo I
La contaminación del fentanilo podría haber ocurrido “en varias etapas críticas, tanto antes como después de la liberación del lote al mercado”, afirman en el escrito, pero aclaran que “los puntos más vulnerables suelen ser aquellos donde se manipula el producto (…) o sus componentes en un entorno aséptico”.
Durante la producción o lo que llaman “pre-liberación”, destacan que “alguien podría introducir el contaminante”. Sin embargo, aclaran que, según vieron en los batch records, al trabajar con “filtros de 0,22 micrones en cascadas de volumen de dichos biorreactores”, quedó asegurada la “integridad y esterilidad de subproducto obtenido (granel a envasar)”. Suman que, según los batch records correspondientes a esta etapa, “los controles de áreas eran satisfactorios y el control de calidad del laboratorio para estos graneles fue también satisfactorio, sin contaminación alguna”.
Luego pasan a analizar el llamado “llenado aséptico”. Dicen que, en un caso de contaminación equis (lo plantean de forma general, sin afirmar nada sobre el caso particular), “este es el punto más probable para la ocurrencia de una contaminación intencional o imprudente”.
Señalan que, si bien “el llenado aséptico se lleva a cabo en áreas clasificadas (salas limpias de entorno Clase B) con rigurosos controles de presión y filtración de aire, dentro de aisladores Clase A, una persona con acceso directo podría inocular la bacteria”. Eso podría haber pasado de forma “maliciosa o involuntaria”, si esa persona hubiera estado infectada.
Sin embargo, matizan retomando las afirmaciones de los batch records (que no es la única prueba en esta causa) que «los controles de áreas eran satisfactorios y el control de calidad del laboratorio para este producto terminado, una vez superada la etapa de sellado, y revisión, fue satisfactorio sin contaminación alguna”.
Dónde se contaminó el fentanilo II
Entonces el Malbrán pasa a analizar la presunta contaminación de la materia prima con la que se fabrica el fentanilo y los elementos para su tratamiento. Desestiman esa posibilidad, con el argumento de que los batch records de las compañías aseguraban que los controles internos para los lotes investigados eran satisfactorios.
Sin embargo, ellos mismos matizan la cuestión, sin terminar de afirmar una relación directa con este caso. Ponen punto y seguido y agregan que “la falta de régimen de Buenas Prácticas de Fabricación puede atentar contra la calidad del producto y una conducta por fuera de los lineamientos de las BPF podría ocasionar que un operador, maliciosa o involuntariamente, introduzca un microorganismo de estas características en el proceso productivo en curso”. Es importante recordar que ellos mismos ya habían aclarado en el informe de los batch records que no se cumplía con las buenas prácticas de fabricación.
Para reforzar todavía más estos conceptos, subrayan que, “de tratarse de una contaminación antes de la liberación del producto al mercado, ésta debería haberse identificado en Control de Calidad, a menos que el sistema de producción y control del laboratorio fuese tan inconsistente y precario que permita sistemáticamente liberar al mercado productos que no cumplen los estándares y especificaciones de calidad, incumpliendo así su responsabilidad primaria, con la gravedad que esto implica, y tal como fue evidenciado en la evaluación pericial de los batch records y plasmado en el Informe de Pericia Oficial elevado oportunamente” al juez.
Cómo se contaminó el fentanilo
El Malbrán no desestima que una situación como esta se pudiera haber producido por adulteración; es decir, si alguien hubiera puesto a circular ampollas falsas que simulan ser de los laboratorios imputados. Sin embargo, lo desestiman, ya que en este caso no hubo denuncias de ese tipo.
“Ahora bien, debemos analizar si la posible adulteración y contaminación intencional o imprudente ocurrió durante la distribución (post-liberación)”, continúa el informe, antes de analizar lo que podría haber ocurrido en la cadena de suministro, si por ejemplo alguien interviniera «ampolla por ampolla» para contaminarla, algo que -desde ya- juzgan imposible, “considerando la cantidad de unidades distribuidas a lo largo de todo el país durante el tiempo que los lotes contaminados estuvieron en circulación”.
Lo que sigue entonces es el análisis de una falla de control de calidad dentro del propio laboratorio. ¿Podría haber ocurrido una contaminación sin que los controles lo detectaran?
De haber pasado eso, sería “una falla crítica de las buenas prácticas de fabricación”, ya que “la esterilidad de un inyectable estéril de uso humano debe ser controlada respetando la técnica del ensayo en cuestión y los procedimientos que ameriten, tal cual la validación de la técnica efectuada oportunamente, de modo de asegurar su cumplimiento absoluto antes de su liberación”.
Con respecto a un “posible sabotaje interno” (el “adrede” de la pregunta que había hecho la defensa), el Malbrán habilita esa posibilidad. Se explayan sobre lo que podría haber pasado adentro de la planta de producción.
Antes de aclarar que la determinación de la intencionalidad (el porqué) le compete a la investigación criminalística (y no a ellos), el instituto evalúa que “un caso así” sería “mucho más grave que una falsificación”. Finalizan con una sentencia interesante, en términos de las disfuncionalidades posibles de todo el sistema de control farmacéutico argentino.
Dicen que, de haber ocurrido eso, se pondría “en tela de juicio la integridad y la confiabilidad del propio sistema de producción y de control de un laboratorio legítimo, registrado y habilitado por ANMAT, tal el caso de HLB”.
PS