Madrid, 24 nov (EFE).- Varios expertos en la figura de Gregorio Marañón reflexionan sobre lo que ha supuesto el científico en la historia de la medicina y del humanismo y destacan de él, entre otras cosas, su faceta poliédrica y la gran importancia que daba a la relación médico-paciente, que llevó «al valor sublime».
Con motivo de la conmemoración de la Semana Marañón, organizada por la Fundación Ortega-Marañón, su presidente, Gregorio Marañón y Bertrán de Lis; el director del Centro de Estudios, Fernando Bandrés, y el presidente de la Real Academia Nacional de Medicina de España, Eduardo Díaz-Rubio, conversan con EFE sobre su legado.
Durante la Semana Marañón, que comienza el próximo lunes 25 de noviembre y se prolongará hasta el viernes 29, la Fundación Ortega-Marañón, con la que EFE tiene un acuerdo para la distribución de contenidos informativos, ha organizado una serie de coloquios y conferencias para ahondar en lo que ha supuesto el padre de la endocrinología en España.
«Entendemos que hay una serie de valores que Marañón nos legó, que eran propios de su tiempo, pero que lo son del nuestro y por esa razón nosotros los actualizamos», explica Fernando Bandrés.
Por su parte, el presidente de la RANME será uno de los que participen en este Semana y destaca de Marañón su faceta de historiador, moralista, humanista y médico, que practicaba la medicina «llena de valores», en la que el paciente «representaba lo más sagrado».
«La confianza que el médico tenía en el paciente y el paciente en el médico era mutua. Marañón fue la persona que esto lo llevo al valor sublime, a la relación humana con las personas; él presumía siempre de que antes de conocer la enfermedad, lo que le interesaba de un paciente era la persona», afirma Díaz-Rubio.
Lamenta el presidente de la RANME que, en la actualidad, lo que sienta o piense el paciente «queda en un segundo plano» ante la «avalancha de tecnología, innovación y de inteligencia artificial» y de la «falta de tiempo» que tienen los profesionales en las consultas.
Por eso, incide en que hay que intentar que, hoy en día en que la medicina ha avanzado mucho y los profesionales tienen una formación superior a la que había en tiempos de Marañón, «los médicos tengan una correspondencia con el paciente».
«Para las nuevas generaciones primero, desgraciadamente, no siempre conocen la figura de Gregorio Marañón. En las universidades, a veces lo que se sabe, sobre todo en los primeros cursos de una figura como Marañón, es que hay un hospital que se llama Gregorio Marañón o que hay una estación de metro», señala Díaz-Rubio.
El nieto del científico, Gregorio Marañón y Bertrán de Lis, resalta la faceta humanista aunque coincide en que si su abuelo se tenía que definir hasta el final de sus días lo haría como médico.
Pero también, subraya «la universalidad» de sus intereses, de sus conocimientos: «Él se acerca al hombre en su historia, se acerca al hombre en su psicología, se acerca al hombre en su enfermedad y se acerca al hombre en su humanismo».
Sobre si hoy en día podría existir una figura como él, el presidente de la Fundación Ortega-Marañón considera que hay personalidades de referencia que a su juicio «son irrepetibles» por razones obvias, ya que han nacido en un contexto histórico que ya no es el mismo. EFE
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