El Gran Hermano llamó al participante al Confesionario. Y fue, a su estilo, implacable. Pero finalmente, los organizadores del juego dispusieron que Argentina, “No está nominada”.
Hace una semana se comentó en este espacio la presencia de un gran ojo que miraba la manera en que el equipo económico de Luis “Toto” Caputo seguía de cerca la batalla que desde el quinto piso del Palacio de Hacienda y desde el segundo piso del edificio de Reconquista 258 se entabló para mantener el dólar por debajo de los 1.300 pesos; combate que, por ahora, tiene al ministro de Economía como domador. A un precio de una tasa de interés de base de 48% para la economía argentina (nada es gratis en la vida y en la Economía), pero domador al fin. Ese Gran Hermano orweliano salió en un momento de su posición de observador, y sacudió el tablero de la búsqueda de los equilibrios macroeconómicos con una definición demoledora. No por inesperada, sino por contundente. Pero también, habló con claridad sobre la necesidad de mantener al jugador dentro de la casa y darle categoría de favorito para ganar la contienda.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) publicó el miércoles pasado su clásico Reporte sobre el Sector Externo, donde si bien se ponderan las mejoras en los fundamentos económicos que impulsa el gobierno de Javier Milei, también alertó que aún persisten riesgos significativos y que deberá ser clave acumular reservas para cumplir con los compromisos de deuda externa. En su informe, el FMI sostuvo que “es fundamental realizar esfuerzos adicionales para reconstruir las reservas”. Recomendó también facilitar una mayor formación de precios y fomentar la compra de divisas en el mercado; ya que las reservas acumuladas en el Banco Central se mantienen en un nivel “críticamente bajo”. Todo esto además de lanzar que los mercados internacionales mantienen su desconfianza. Dicho esto, el FMI se retiró nuevamente de la escena hasta el jueves, para declarar que el trabajo de aprobación de las metas pactadas para el primer tramo del Facilidades Extendidas marcha correctamente. Finalmente, luego, el Gran Hermano volvió a su posición de observador. Para ver, quizá, si su prédica surgía los efectos esperados en las decisiones que se emiten desde el quinto piso del Palacio de Hacienda.
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Pero luego, el jueves, el mismo organismo anunció que el equipo del Fondo que sigue el caso argentino aprobó las metas de la primera revisión comprometidas en el acuerdo de Facilidades Extendidas firmado el 11 de abril pasado; y que, en consecuencia y luego del trámite para la aprobación del Board del directorio de la entidad, se liberarán los US$ 2 mil millones pendientes del desembolso acordado para el nuevo préstamo. Y que completan los US$ 12 mil ya girados el 15 de abril pasado. El departamento de fiscalización argentino que maneja Luis Cubeddu optó por aplaudir los logros fiscales y de restricción de emisión monetaria máxima, y por ejecutar un “Siga Siga Lamolina” al aprobar o desaprobar la acumulación de reservas en el Banco Central. Con esto, le dio el gran espaldarazo que necesitaban Javier Milei y Luis “Toto” Caputo, para llegar holgadamente a las elecciones del 26 de octubre. Ahora ambos, sólo deben concentrarse en sostener la batalla contra el dólar bajo control y reducir la inflación al máximo posible. Dato político importante: el Indice de Precios al Consumidr (IPC) de septiembre se conocerá el 14 de octubre, días antes de ir a votar. Esa inflación debería tener un cero por delante. Y no hay presión del FMI que pueda afectar esa proyección.
Sin embargo, hay que saber interpretar los mensajes del FMI, para saber que es lo que el Gran Hermano quiso decir. Qué mensaje concreto decidió enviar a Buenos Aires y qué tipo de advertencia está mostrando.
El Fondo maneja un número inapelable. Teniendo en cuenta sumas y restas, en 45 días abandonaron las reservas unos US$ 5.300 M, el 44% del desembolso del Fondo: cuando, en realidad, la cifra debería haber sido casi la contraria. Para el 2025 los ahorros en dólares del Banco Central tendrían que subir unos US$ 6 mil millones entre el 14 de abril (fecha de largada del acuerdo con el FMI) y el 31 de diciembre; con lo que la carrera hacia esa meta ineludible está hoy casi 11 mil millones de dólares para atrás. Nadie cree ni espera ya que el Gobierno logre entre agosto y diciembre sumar semejante cantidad de dólares (a esta altura, una utopía), pero si un acercamiento que lleve las reservas, al menos, al nivel de flotación. Para esto, necesitaría el Central acumular entre 5 mil y 6 mil millones de dólares. El problema, es que ese dinero debería ingresar cuando el principal aportante de divisas ya está despidiendo su temporada 2025, hasta volver a encontrarse con el mercado cambiario en el segundo semestre del 2026. Los sojeros anunciarán la semana que entra que hay liquidado un nivel récord en julio, con unos US$ 4 mil millones; que se sumarán a los 14 mil millones acumulados en el primer semestre del año. Más no se le puede pedir al campo sojero, reflexionan en los mercados. El problema, es que de ese dinero, casi ningún dólar quedó en las arcas del Central. Más bien sirvieron para financiar el intento de compra de dólares sobre la banda de mil pesos, experiencia fallida que finalmente quedó sepultada luego de aquel inamistoso informe del J.P.Morgan conocido el 27 de junio de 2025 titulado “Tomándose un respiro”. Evidentemente los mercados se tomaron ese respiro, asumieron una poco romántica posición de “tenemos que dejar de vernos un tiempo” y mutaron de pesos a dólares. Esperando quizá la nueva convocatoria al Carry Trade, que podría llegar, quizá, esta misma semana con las licitaciones de deuda de corto plazo que debe afrontar el quinto piso del Palacio de Hacienda.
Lo importante en la mirada ya poco sutil del Gran Hermano FMI, es que esa falta de acumulación de reservas se dio con un dólar mucho más bajo que el recomendado por el propio organismo al momento de firmar el Facilidades Extendidas aquel 11 de abril. Recordemos qué dice la letra chica (hoy grande) del pacto entre el país y el organismo que maneja Kristalina Giorgeiva sobre el tema.
En el staff report del organismo de la fecha de firma del acuerdo, el FMI “recomienda” que el tipo de cambio ejecutivo para el trimestre posterior a la firma del Facilidades Extendidas, debería navegar por arriba del 20% de la cotización del día anterior a la entrada en vigencia del acuerdo. Esto implicaría al momento de comenzar el acuerdo un valor de la divisa de entre 1.315 y 1.320 pesos frente a la cotización de arranque del esquema de bandas de mil pesos de piso y 1.400 de techo. Esto es, el 14 de abril, primer día de vida del nuevo esquema. El monto actualizado de esa cotización por inflación (suponiendo un 1,5% en julio), implicaría un incremento en la cotización de un 5% aproximado, con lo que el alza del tipo de cambio contra el día de la firma del acuerdo debería ser de 25% más. El valor llegaría entonces a los 1.371 pesos. Con la salvedad que para esta época, la banda superior se debería ubicar en los aproximadamente 1.450 pesos, ya que el esquema de bandas debe subir 1% acumulado cada mes. Como sea, el tipo de cambio de techo virtual en 1.300 pesos impuesto por el equipo económico desde esta semana, está a 71 pesos por debajo de lo que piensa el Gran Hermano que debería ser el nivel de equilibrio para que la economía funcione.
Los firmantes del acuerdo residentes en Washington nunca hicieron pública su pulseada con la Argentina sobre el valor del dólar ni con la necesidad imperiosa de acumular reservas. Solo lo dejaron por escrito en algún lugar recóndito del texto del Facilidades Extendidas. En ese momento se eligió no polemizar. Y celebrar el nuevo acuerdo. Pero se sabía que era el capítulo donde las partes no se ponían de acuerdo y que había demorada casi cinco meses la firma del acuerdo. Había una porfía mutua y diferenciada, donde desde Argentina había un gobierno que mostraba cuadros y exeles donde se demostraría que cruzando base monetaria uno con los dólares disponibles, el valor daba incluso por debajo de los mil pesos. Cerca quizá del valor de 950 por dólar. El FMI, pragmático, consideraba un nivel de 20% por arriba de los 1.097 de inicio del esquema de bandas. Esto es, los 1.320 pesos mencionados más arriba. O unos 1.370 al precio de hoy con un tope de gama de la banda cambiaria de 1.450 pesos. Estaba convencido el FMI en abril pasado (y hoy más) que esa cotización era la apropiada para acumular reservas por entre 3 mil y 4 mil millones de dólares, mantener una economía competitiva y mantener el poderío visual de dominio de la situación para los responsables del manejo de la economía local. No pudo ser.
El Gran Hermano observó cómo no se cumplía la profecía acumuladora de dólares entre mayo y junio, percibió cómo en julio comenzó una nueva clásica batalla entre la conducción económica de la Argentina y los mercados cambiarios, y la manera poco libertaria (cosa que no molesta en Washington) de intervención directa para que la divisa se mantenga a raya. Nueva raya en realidad, con unos 1.300 pesos de tope momentáneo. El Gran Hermano ahora quiere sentarse con los argentinos para diseñar una estrategia conjunta para que el ganador de la compulsa sea el quinto piso de Economía. No es un premio menor el que está en juego. Se trata de los US$ 2 mil millones que restan liquidar desde Washington, por la firma del Facilidades Extendidas vigente, y de los que ya se enviaron en abril pasado unos US$ 12 miol millones.
Queda claro una cosa. Al Gran Hermano no le gusta, ni ahora ni antes, el dólar atrasado.
Mientras tanto, el Gran Hermano aprobó el jueves las revisiones del primer tramo del acuerdo. Pero seguirá mirando. Y está dispuesto a dejar pasar disociaciones con las metas firmadas para este año. Pero, desde el 27 de octubre, un día después de las elecciones, el FMI exigirá reformas a cambio de waivers.