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viernes, septiembre 19, 2025

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EE.UU. y China crecen en conjunto guiados por la Inteligencia artificial

La secuencia del ciclo energético de EE.UU en los próximos 10 años se funda en que la revolución tecnológica de la Inteligencia artificial (IA) se despliega en el mundo en este período, transformando todas las regiones y actividades industriales y de servicios sin excepción. El rasgo característico de la IA es que su infraestructura energética (“servers”, “data centers” y redes de distribución) es una fenomenal consumidora de energía que obliga a duplicar, o quizás triplicar, este insumo básico en la siguiente etapa.

Esta es la previsión de Doug Burgum, secretario de Interior del gobierno de Trump y responsable de su política energética.

Esto implica que el punto crítico del despliegue de la Inteligencia artificial en los próximos 10 años no está en el cambio tecnológico ni en la falta de inversiones, sino en la insuficiencia de la provisión de energía necesaria para sustentar la extraordinaria ola de IA que se avecina.

EE.UU. recibe más de US$ 17 billones de inversiones este año, la mitad de fuentes propias, y la otra mitad de modo indirecto a través de Wall Street.

El dato decisivo es que 80% de esa fenomenal masa de capitales está direccionada hacia la construcción de la infraestructura básica de la IA, combinada con la formación sistemática de la fuerza de trabajo de alto nivel de calificación que requiere.

A esto hay que sumarle el hecho de que entre 60% y 80% de la inversión en EE.UU. se realiza usualmente en “capitales intangibles” (propiedad intelectual, marcas, patentes, conocimiento en definitiva) y no en capital físico (plantas, etc.).

De ahí que las 4 grandes plataformas digitales – Amazon, Microsoft, Google, y Meta/Facebook – invertirán US$ 350.000 millones en 2025, que serían más de US$ 500.000 millones el próximo año.

En términos estrictamente tecnológicos, EE.UU. y China ya no compiten por la primacía, que está inequívocamente en manos norteamericanas, sino que se enfrentan por el dominio de los estándares de utilización del sistema.

En este aspecto históricamente decisivo EE.UU. cuenta con Nvidia en el 1° lugar, que reúne dos condiciones: es la empresa high tech de mayor valuación del mundo de hoy, con una cotización de más de US$ 4 billones, y en segundo lugar Donald Trump la ha habilitado para vender en China incluso los chips de última generación, sobre la premisa de que la IA es una tecnología de carácter intrínsecamente cooperativo, de modo que la República Popular asume como propios los estándares norteamericanos.

En suma, en este momento inicial del despliegue de la IA en el mundo este extraordinario acontecimiento histórico se canaliza a través del pleno acuerdo establecido entre las dos superpotencias, logrado mediante un diálogo directo entre Donald Trump y Xi Jinping.

El segundo punto que aparece en este ciclo energético anunciado por el gobierno de Trump es que el eje de este fenómeno central de la época está inequívocamente en EE.UU. Lo notable es que esto sucede cuando la superpotencia norteamericana muestra una caída sistemática de la emisión de dióxido de carbono, la causa crucial del calentamiento de la atmósfera o “cambio climático”, y ésto ocurre en el país que ha rechazado por dos veces participar del Tratado de París, que es el pacto mundial de lucha contra el “cambio climático”.

Los datos son los siguientes: la emisión de dióxido de carbono (CO2) ha disminuido sistemáticamente en EE.UU en los últimos 10 años, a un promedio de -0.5% anual, que equivale a un descuento de 4.810 millones de toneladas de dióxido de carbono.

Esta característica de EE.UU. nada tiene de paradójica. Lo que sucede es que la superpotencia norteamericana encabeza el mundo avanzado en el despliegue pleno de la Inteligencia artificial; y por lo tanto su sistema productivo y de servicios se basa cada vez más en el conocimiento y en el “capital humano” altamente calificado y no en el consumo exacerbado de recursos como ocurría en la etapa industrial.

China, a su vez, ocupa hoy el 1° lugar como el mayor emisor de CO2 del mundo con más de 150 millones de toneladas emitidas en 2024. Pero lo que sucede es que la decisión estratégica fundamental del presidente Xi Jinping en 2012 – al asumir el poder en nombre de la 5ta Generación de Líderes – fue volcarse al pleno despliegue de la 4° Revolución Industrial, cuya principal tecnología es la Inteligencia artificial.

“China perdió las 3 primeras revoluciones industriales y ahora está dispuesta a ganar la 4° Revolución Industrial”, dijo Xi Jinping en “Governance of China”/2017.

Esto implica adquirir en forma extremadamente nítida una economía completamente digitalizada que requiere cualitativamente menos energía y menos fuerza de trabajo.

Por eso China crece con una reducción sistemática de la intensidad energética (consumo de energía por unidad de producto), lo que ha logrado a un nivel superior al 40% en los últimos 10 años.

Esto hace que la “Nación Nueva” que es EE.UU. y la civilización china de más de 5.000 años de historia crezcan ahora con una misma orientación tecnológica, que es la de la Inteligencia artificial.

Si esto es cierto, el destino del mundo ya está trazado.

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