Hace diez días a Rodolfo Bellinzoni le llegó un llamado desde Sudáfrica: “Estamos con un brote, necesitamos vacunas”. Y en menos de 48 horas ya estaba reunido en Botswana con las autoridades.
La fiebre aftosa y Argentina lo sabe bien, afecta al ganado vacuno, ovino, porcino y caprino, es altamente contagiosa y genera pérdidas multimillonarias.
Bellinzoni, palabra indiscutida en el ámbito científico es reconocido por desarrollar capacidades industriales en productos para la prevención en vacunos, especialmente.
Se trata del director de operaciones de Biogénesis Bagó que en el kilómetro 38,5 de la Panamericana, tiene la planta más moderna del planeta para la elaboración de la vacuna antiaftosa. En Garín se producen 200 millones de dosis por año, para los siete diferentes tipos virus de aftosa. Unas 80 millones se consumen en el país. El resto, en el exterior.
El 70% de los casi US $250 millones que facturan por año provienen, precisamente, de sus ocho plantas, 13 filiales y 67 mercados en los que lideran. Emplean 1.350 personas de 20 nacionalidades distintas.
En Argentina la compañía, mitad de las familias Sigman-Gold y mitad de los Bagó, estuvo en el centro de una polémica por el precio de la dosis y que cobró otra dimensión cuando hubo voces que aconsejaban dejar de vacunar.
En esa pulseada, que desde el gobierno lideró Federico Sturzenegger, el precio de la vacuna bajó a lo que se añade que con la suba del valor del kilo vivo de la hacienda, terminó de acomodarse y dejó de debatirse, al menos por ahora.
En cuanto a la vacunación, las pestes que están a la orden del día en todos los continentes, desde la porcina en España, la aparición de aftosa en Alemania, Hungría y Eslovaquia, la fiebre hemorrágica, la influenza aviar y hasta la llamada lengua azul, apagaron argumentos de los antivacunas.
Todo sea para no repetir la historia de 2001, cuando por culpa de un brote quedamos afuera del mercado mundial durante 14 años.
Por cierto, la convocatoria de Sudáfrica no es la excepción. Brasil los acaba de convocar como proveedores para su banco de antígenos y vacunas. Bangladesh les compró 14 millones de dosis.
Hace más de una década que esta compañía nacida en 1955, puso proa a convertirse en una multinacional. El año pasado compraron Mundo Animal en Brasil, que reina en productos para animales domésticos, con una planta de producción en Pinda en el estado de San Pablo. Y contabilizan un centro de investigación y desarrollo en Curitiba.
Dentro de un año inauguran la fábrica en Arabia Saudita, ubicada en Daman sobre el golfo arábigo a 350 kilómetros de Riad, tras una inversión de US$ 40 millones y la financiación del fondo Saudi International Development. Desde allí abastecen a Medio Oriente. Comentan que Israel no sólo les compra para su propio mercado. También, para los palestinos.
A Corea del Sur llegaron con socio local para una planta en Osong en el centro del país. Estarán plenamente productivos en 2027 y focalizados en cerdos.
Y desde 2024 producen a pleno en la lejana Shangai, claro que con un socio chino. Allí se enfocaron, además de aftosa, en productos para la reproducción animal.
Al jugar en las grandes ligas, su principal competidor es el coloso alemán Boehringer Ingelheim. Hay otros de menor tamaño como los brasileños Vale y Ouro Fino.
Pero cuentan con una credencial: tras procesos muy exigentes, en la bonaerense Garín se convirtieron en la reserva estratégica, vía un banco de vacunas, para Estados Unidos, Canadá y Corea, por si les llegan a aparecer brotes de la enfermedad.
Desde 2019 Biogénesis está dirigida por el veterinario e investigador científico Esteban Tauric con 20 años en la firma llevó adelante una inversión de US$ 150 millones, un verdadero tour de compras que implica una diversificación hacia otros medicamentos como la vacuna antirrábica, de la que ya son uno de los principales proveedores globales con 40 millones de dosis por año.